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DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR A LOS SACRAMENTOS DE LA FE 435 ser aritmética, física, etc.; y el acto es distinto también: no se trata de celebrar, sino de conocer y saber. Cambia, pues, sustancialmente el tema: el acto y el objeto son ya distintos9. 5. Interpretación e influjo de los misterios religiosos Odo Casel ha dedicado sus mejores fuerzas a este estudio e investiga­ ción y ha tenido una enorme resonancia en la revalorización litúrgica de los misterios cristianos. ¿Qué eran aquellos misterios extrabíblicos y qué tienen que ver con los nuestros? También aquellos misterios eran y consistían en lecturas y acciones cultuales llevadas a cabo por comunidades grandes o pequeñas, más bien éstas, es decir, pequeños grupos de la religión no oficial (la del Estado), que se reunían para honrar a la divinidad u hombre héroe que se habían interesado por la suerte de los hombres (a ellos mismos se les atribuye haber vivido una vida «humana» en este sentido de solidariedad); se lee y se celebra a divinidades u hombres héroes que, en todo caso, se han solida­ rizado con el problema humano (vida-muerte-sobrevivencia). Esto era lo más importante. Y añadiendo la firme creencia de que no han muerto del todo los que así se han comportado con la suerte de los hombres, sino que, al fin, han vuelto a la felicidad y vida «eterna». Su destino y sus actos no pertenecen del todo al pasado, antes bien vienen a la memoria, es más, se hacen presentes ellos mismos en los misterios que se celebran «hic et nunc» presencialmente. Su presencialización se realiza a través de las lectu­ ras (legómena), de las acciones santas (drómena) y las representaciones simbó­ licas (deiknímena). Esta re-presentación (en el sentido fuerte de la palabra, hacer de nuevo presente para nosotros un acontecimiento) no se realiza sólo en un orden puramente intencional, es más que intencional: no es sólo traer a la memo­ ria desde el recuerdo de lo pasado, sino que se da en un orden plenamente objetivo, es decir, en virtud de la acción misma que se lleva a cabo; y sub­ jetivamente en virtud de la participación de las personas en estos misterios. El fin de estas «re-presentaciones» es hacer participar a los iniciados en los misterios (mistas), en la vida y felicidad de la divinidad, en su misma suerte definitiva, incorporada, vivida y participada por estas personas, las allí reunidas en la celebración; y, de esta manera, alcanzar la «sotería», es decir, las salvación10. 9. PLATÓN, Fedón, 69; Fedro , 250. 10. T. FlLTHAUT, Teología de los misterios , Bilbao 1963, 148.

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