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DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR A LOS SACRAMENTOS DE LA FE 433 ¿De qué paso se trata? De la inseguridad de la vida, de las penalidades y sufrimientos, del dolor y de la muerte, a la aspiración de la salud, al anhelo de vida, a la protección desde el autor de la vida; tal vez se trata de la aspiración presentida de un más allá inmortal y feliz, un retorno definiti­ vo de la muerte a la vida3. Veamos cómo. En primer lugar, fijémonos en su s elementos constitutivos. Ante todo se da un grupo humano, una comunidad «religiosa», segregada mediante la «prórresis», es decir, hay una iniciación y una dedicación-consagración voluntarias; los demás, los no iniciados, «no entran»; sólo los «mistas», los iniciados en el misterio, sólo ellos son «celebrantes» debiendo ser discretos a la hora de revelar lo que hacen y lo que dicen; debe darse cierto pudor en las relaciones con la divinidad, no hay que manosear las cosas santas. Esta iniciación litúrgica debe ir acompañada y protegida con una vida ejemplar: la santidad de las acciones rituales así lo pide y exige, pues son acciones religiosas que fundan una «metousía»: una identificación y parti­ cipación en la vida de la divinidad salvadora. ¿Cuáles eran los sucesos cultuales? En primer lugar había unos relatos o lecturas (legómena) y unas acciones en las que todos participaban (dró- mena), unas representaciones (deiknímena). Así pues, los misterios eran no sólo leídos} sino también realizados , llevados a cabo (teleo), hechos (poieo). Ahora bien, ¿qué decían esas lecturas o relatos y qué simbolizaban esas acciones o representaciones? Lo relatado y leído, lo simbolizado y representado era una realidad salvífica (para el hombre mismo, no sólo para la naturaleza), en dos tiem­ pos: ocultamiento y reaparición. El dios o la diosa, el héroe humano que ha trabajado y se ha sacrificado por los demás, no mueren definitivamente, sino que vuelven a la vida4. Ahora bien, todo esto tenía, según ellos, un carácter ejemplar y arquetí- pico, es decir, está destinado no sólo a ser leído y representado, sino sim­ bolizado y actualizado «hit et nunc» por los iniciados, por los participantes en el misterio, que se llaman así «participantes» no sólo por su asistencia, sino por la incorporación a sus vidas de esas lecciones; éstas se dan no sólo en él (dios o diosa, o héroe sacrificado) sino en mí que asisto y participo. ¿Cómo? En y mediante el rito sagrado , a través de la lectura primero, y de la acción después: así se apropia realmente la «sotería», la salvación, dán­ dose una identificación real. ¿Hasta qué punto esta identificación? 3. H. RAHNER, Mysterion, Brescia 1952; Mircea ELIADE, L o sagrado y lo profano , Madrid 1967. 4. Mircea E l ia d e , Imágenes y sím bolos , Madrid 1955.

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