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418 ENRIQUE RIVERA monumental estudio de los PP. Isidoro Rodríguez y Alfonso Ortega. Estos laboriosos franciscanos nos han puesto al descubierto las raíces filológicas de cada palabra de los mismos14. Pese, con todo, el extraordinario mérito de esta obra, nos causa en ocasiones cierta perplejidad, al percibir tal aco­ pio de ciencia filológica que en ocasiones como que ahoga la palabra mis­ ma del Santo. Pudiera aclarar este grave tema la conocida distinción de los críticos literarios entre cervantismo y quijotismo. Los cultivadores del cer­ vantismo son beneméritos al señalar las fuentes en que se pudo inspirar Cervantes al componer su gran poema novelesco. Pero se quedan muy cortos si no penetran en el «quijotismo », invención única que encarna el perenne ideal humano de la lucha, tantas veces estéril y risiblemente fraca­ sada, del hombre que renuncia a todo para salir a los campos de la vida, como Don Quijote a los de Montiel, para defender la inocencia, la piedad y la justicia. Pero qué egregio Don Quijote —y los que lo siguen— en su noble intento15. Se ha dicho de San Francisco que fue un «Quijote a lo divino». Tene­ mos que dejar de soslayo el tema. Ahora lo recordamos para hacer más sensible, ante la distinción entre cervantismo y quijotismo , cuán diferentes son los métodos históricos y filológicos y el que cultiva la fenomenología. Los primeros nos garantizan de la verdad de los hechos y de sus condicio­ namientos culturales. El segundo trata de leer en la intimidad de los mis­ mos a través de la letra de su inmediato aparecer. Volvemos de nuevo a los zapatos de Van Gogh. La autorizada Summa A rtis 16describe la pertenencia del pintor a la corriente impresionista, su actitud frente al romanticismo anterior, sus relaciones con la literatura naturalista de su época. Todo ello está muy bien. Pero a condición de que nos ayude a ver mejor los zapatos campesinos. Que no sirvan para aturdimos como comentarios de imperti­ nente «cicerone». De modo paralelo, ante los cuadros diversos de los di­ chos y hechos de San Francisco queremos ver. Sencillamente ver. En esto consiste la esencia de método fenomenológico que desearíamos practicar para tener acceso a lo escondido de aquella arma seráfica. 14. Isidoro R o d r íg u e z H e r r e r a - Alfonso O r t e g a C a rm o n a , L os escritos de San Fran­ cisco de A sís , Murcia 1985. 15. M. de UNAMUNO en la Vida de Don Quijote y Sancho ha llevado hasta el extremo este contraste que ya no podrá nunca ser olvidado. 16. Summa Artis, cit. en nota 13, 172-255.

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