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LA FENOMENOLOGIA, METODO PREVALENTE EN EL ACCESO.. 417 silencioso regalo del grano maduro. Y para la vieja, su inexplicable fracaso en los áridos yermos del campo desolado. A través de ese calzado campesi­ no corre la preocupación sin lamentos por la seguridad del pan, la silencio­ sa alegría por haber vencido una vez más la miseria, la angustia esperanza­ da ante la llegada del parto, y el temblor apocado ante el acecho de la muerte. Este zapato pertenece a la tierra y se guarda en el mundo de la campesina. A base de esta pertenencia cobijada surge el zapato mismo, en su descansar en s í» 12. Los críticos del arte dicen que Van Gogh hace hablar a las cosas13. Heidegger lo confirma en las líneas que de él hemos acotado. Pero si nos hemos detenido en transcribirlas es porque nos dan una iluminada muestra de cómo la fenomenología enseña a ver. En el cuadro de Van Gogh se trata de unos zapatos campesinos, cuyo uso, hecho patente en el cuadro, pone tensos y adensados los afanes y trabajos de la mujer labriega en los largos años de su duro vivir. Pues bien; confesamos sin rubor que estos humildes zapatos campesinos vienen a ser como un telón de fondo en toda nuestra obra. Sabemos la importancia que el director de teatro da al telón de fono en cada escena. Pues parecida importancia damos al cuadro de Van Gogh como telón de fondo ante las escenas de San Francisco que iremos presentando. Queremos que este cuadro nos recuerde de continuo la incumbencia constante que tenemos de leer en los hechos y dichos de San Francisco una declaración de su alma. En verdad, cada uno de sus hechos y de sus dichos viene a ser un cuadro pictórico, grande o pequeño, pero un cuadro que debe verse en sí: en su límpida transparencia y en su virginal contenido. Son, pues, los hechos y dichos de San Francisco el necesario punto de partida de nuestra reflexión. Por lo mismo reconocemos muy de veras nuestra deuda con la crítica histórica que determina los hechos y con la filología penetrante que declara el sentido de los dichos. Pero juzgamos igualmente necesario que con el método fenomenológico demos un paso ulterior según nos exigen otros estudiosos de la espiritualidad, recordados anteriormente. Sería, en verdad, temeraria presunción cualquier conato de poner en claro el alma de San Francisco al margen de una valoración justa de las fuentes históricas de sus hechos y sus dichos. Por fortuna esta crítica histó­ rica ya se ha hecho y en nuestro estudio será seriamente utilizada. Por lo que toca especialmente a los Escritos de San Francisco tenemos a mano el 12. M. HEIDEGGER, Sendas perdidas , Buenos Aires, 1960, 25-26. 13. J. PlJOAN - J. A. G a y a Ñ uñ o, Summa Artis. Historia general del Arte. Vol. XXIII. Arte europeo de los siglos XIX y XX, Madrid 1967, 242.

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