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LA FENOMENOLOGIA, METODO PREVALENTE EN EL ACCESO... 415 de «epifanía». Nótese que en el centro de tan sugerente palabra se halla el luminoso verbo griego «phaino» = alumbrar, brillar. Y en verdad, en el día de la Epifanía, Dios en pañales brilló ante los poderes humanos de la ciencia y del mando. Quién nos diera que las cosas brillaran ante nosotros en perenne fiesta de «epifanía». Reconozcamos que es un merecimiento inmarcesible de la fenomenología el intentarlo por caminos de sencillez con su método. Lo declaramos «preclaro» en sí, es decir, todo lleno de claridad. Y además, rezumando promesas de un pensamiento que ha de corregir los sueños altaneros de la mente humana. Con intuición poética y franciscana Fermín de Mieza ha practicado este método desde el mismo título de su bello libro: «...y las cosas me hablaron». Cuánto dicen los puntos iniciales del estado latente de escucha, vivido en máximo silencio por el poeta, hasta que las cosas le hablaron. Y le dijeron lo que son. El no tuvo más que ver. «Enseñar a ver» dijimos que era la meta del método fenomenológico. Cómo ha vivido este método Fer­ mín de Mieza lo dicen bien estos versos que acotamos de su primer poema: «Ver cosas y casas, ver Gentes, paisajes, ver. Ver niños y viejos, ver hormigas e hilera, ver. Ver a quien nos saluda, ver los ojos a quien hablas, ver. Y viendo y no viendo, ver en todo la belleza, ver, ver, ver. De esta praxis poética, estilo franciscano, pasamos ahora a una ulterior reflexión acerca de este método. En esta nueva reflexión no tenemos repa­ rón en declararnos discípulos de M. Heidegger. Con este gran pensador nos hemos encontrado en diversos estudios y le hemos reprochado, con otros críticos, su malogrado intento de haber pretendido secularizar el lenguaje de la teología y de la mística cristianas con una palabrería sobre ese «ser», del que tanto habla y del que nada sabe decirnos. Pese a todo esto, pensamos que en la utilización del método fenomenológico nos puede servir de maestro. En la praxis del mismo Heidegger distingue dos momentos: uno positi­ vo y otro negativo. El momento negativo es de eliminación. He aquí cómo lo describe: El título «fenomenología» expresa una máxima que puede formularse así: «a las cosas mismas». Y esto frente a todas las construccio-

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