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412 ENRIQUE RIVERA Esta duplicidad metodológica se advierte respecto de San Francisco. Ha sido objeto de incontables investigaciones, que forman gruesa mole. Pero ante esta mole viene a la mente la sentencia de J. Ortega y Gasset cuando contrapone los minúsculos resultados de la «escuela histórica» frente a la enorme acumulación de materiales. «No puede desconocerse, escribe, que hay una desproporción escandalosa entre la masa enorme de labor historiográfica ejecutada durante un siglo y la calidad de sus resulta dos. Yo creo firmemente que los historiadores no tienen perdón de Dios...»3. En verdad, los historiógrafos franciscanistas bien merecido tie nen nuestro perdón. Más bien son deudores al agradecimiento de los que venimos en pos de ellos, recogiendo los valiosos datos que nos han propor cionado. Pero debemos reconocer, en línea con el pensamiento de Ortega, que no hay proporción entre los ingentes materiales del método histórico- crítico y el conocimiento del alma del Santo de Asís. Y es esta alma lo que más nos interesa conocer4. De aquí brota la exigencia, no de corregir, pero sí de completar el método histérico-crítico , que en muchas ocasiones rezuma el retraso de todo un siglo. Ya no nos hallamos en la época de L. Ranke. Y se ha dicho muy bien que si la ciencia física halló su horma en el Crítica de la Razón Pura de Kant, las ciencias históricas del siglo pasado tuvieron su Crítica de la Razón Histórica en W. Dilthey. Con esta crítica y con sus derivaciones tenemos que contar hoy al hacer la historia íntima de los Santos. Una de estas derivaciones de la crítica de W. Dilthey a través de su Psicología Descriptiva es la Fenomenología. Esta hace uso de un método muy propio llamado método fenomenológico. Declaramos paladinamente que en este ensayo sobre San Francisco deseamos utilizar este método fenomenológico como el primario y fundamental. Aunque, en ninguna ma nera, de modo exclusivo. 3. J. ORTEGA Y G a sset , La «Filosofía de la Historia» de Hegel y la historiología , en Obras Completan , Madrid 1947, T. IV, 524. 4. Entre tantas disputas franciscanistas es un oasis espiritual la que en este siglo ha cuestionado la esencia del «alma franciscana. Suscita tan franciscana disputa Ubaldo d’Alençon con su obra, L ’âme franciscaine (Paris 1912). Con serenidad y benevolencia enjuician la obra A. de Sérent y Leone Bracalloni en Archivum Franciscanum Historicum 8 (1915) 448-481, donde dan sustanciales aportaciones al pensamiento franciscanista de Ubaldo D’Alençon. Desde entonces se han ido publicando numerosos estudios, con el deseo de penetrar más y mejor en el «alma» de San Francisco. F. CHAUVET, Intorno alia natura délia spiritualitá frances- cana , en Vita Minorum 31 (1960) 387-406, nos ha dado apretada síntesis de esta ejemplar disputa. Confesamos con agradecido reconocimiento haber tenido muy presente en este estu dio dicha disputa con los iluminados estudios que ha suscitado. Téngase esto en cuenta pese a las omisiones de citas, que imponen fastidiosas editoriales. Nos atenemos a las que juzgamos que dan más respaldo a nuestro juicios y pueden ser más orientadoras para estudios futuros.
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