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426 ENRIQUE RIVERA Permítaseme dirigirme a los españoles para decirles que en Dámaso Alonso tenemos ya un clásico ejemplar del método fenom enológico , aplica­ do a conocer el poema literario y a traducir en un lenguaje adecuado este conocimiento. Cierto que son vivencias literarias las que este crítico estu­ dia. Pero, ¿no cabe hacer lo mismo —«a fortiori »— con las vivencias espi­ rituales, máxime en su cumbre mística? Tenemos, por tanto modelos. Ya es hora de tratar de imitarlos. Pienso que cuando el Vaticano II pide po­ nernos a la altura de los tiempos y leer sus signos, son los signos de la más alta cultura humana los que primeramente tenemos que leer. Y asimilarlos en lo mejor que contengan. Sólo así la Iglesia superará el retraso cultural en que ha vivido los últimos siglos. Concluimos este apartado sobre el método fenomenológico con un mo­ delo «a contrario». Ya de antiguo la estrategia guerrera formuló esta con­ signa: «del enemigo el consejo». Aquí no tenemos por enemigo a nadie. Pero no podemos dejar de disentir de una mentalidad que, como la de J. P. Sartre, es la negación radical de la que mantenemos aquí. Y sin embargo en su obra, La Nausée , hallamos una puesta en práctica del método feno­ menológico que desaríamos fuera imitada. Ya en otras ocasiones hemos contrastado el pensamiento de Sartre con el pensamiento franciscano. Ante todo con el de Duns Escoto33. Con San Francisco el contraste se hace aun más hiriente. San Francisco resume sus anhelos de santidad en esta sola jaculatoria: «Dios mío y todas mis cosas». En radical oposición a esta acti­ tud, J. P. Sartre se abraza con La Náusea —nótese que la escribe siempre con mayúscula— y sentencia de sí mismo: «C ’est moi» — La Náusea soy y o » 34. Pero si Sartre llega a la blasfemia de la negación total de Dios para identificarse con La Náusea , es que ha seguido un camino falso. Este cami­ no, este itinerario de su alma, descrito con ojo escrutador por él, que es un artista en la descripción de los estados de conciencia, es la gran lección que nos deja a quienes, por camino diametralmente opuesto, intentamos calar en el alma beatífica de San Francisco. No es cosa de detenernos en el análisis de La Nausée. Para nuestro intento de aclarar la praxis del método fenomenológico es suficiente reco­ ger algunos momentos cumbres de la misma. El punto de partida, raíz de todo el proceso mental de Antoine Roquentin, protagonista de la novela, consiste en ver toda la existencia, y más en particular la existencia humana, como un mero estar a h í envuelto por el absurdo. Al sentir de esta suerte la 33. Enrique RIVERA (Feliciano de Ventosa), Voluntarismo escotista frente al nihilismo sartriano , en Naturaleza y Gracia 11 (1964) 73-96; Id., L os caminos de la libertad en ]. Duns Escoto y J. P. Sartre , en Acta quarti Congressus Scotistici Internationalis , Romae 1978. 34. J. P. S a r t r e , La Nausée , París 1966, 179.

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