PS_NyG_1990v037n003p0411_0428

LA FENOMENOLOGIA, METODO PREVALENTE EN EL ACCESO. 423 el siglo XVI, son debidos a plumas de frailes menores, y entre todos ellos daría yo la palma, de buen grado, al extremeño Fray Juan de los Angeles, uno de los más suaves y regalados prosistas castellanos, cuya oración es río de leche y miel. Confieso que es uno de mis autores predilectos: no es posible leerle sin amarle y sin dejarse arrastrar por su maravillosa dulzura, tan angelical como su nom­ b re»315. Pudiera leerse en estas líneas un duro reproche a la falta de continui­ dad de los franciscanos por las alturas del amor de Dios. Por mi parte quisiera leer en ellas más bien una incitación muy enérgica a que nosotros reiteremos en el siglo XX, aunque sólo sea «a longe», lo que nuestros maes­ tros franciscanos hicieron en el pasado. Lo pide más que ese tufillo de honor, que no dice bien en el franciscano, nuestra debida presencia en la Iglesia. Al vestido variado e inconsútil de la misma debemos aportar eso que hemos heredado de aquel a quien el sabio español llama: «abrasado Serafín de Asís». Qué bien si en seguimiento de éste se pudiera repetir hoy día el dicho feliz con que describe la prosa de Fray Juan de los Angeles: « río de leche y miel». Este «excursus» por la mística hispana y franciscana nos puede ilumi­ nar sobremanera en la «aprehensión» y «comprensión» de las vivencias primarias del alma de San Francisco. Lo concluimos con una referencia al ya citado Dámaso Alonso en sus estudios sobre los místicos españoles que son clásicos de la lengua. Afirma con toda ingenuidad estudiarlos: «desde esta ladera ». En efecto; desde la ladera que da al más acá de la vida literaria estudia muy detenidamente a San Juan de la Cruz. Con perdón de los colegas que en mi entorno se dedican a la vida espiritual, tengo que confe­ sar que este crítico literario me ha enseñado tanto como ningún otro a calar en las místicas ascensiones del Santo. Parece exponer tan sólo una mera introspección literaria y, sin embargo, hace ver cómo el alma mística corre en busca de su Amado. La búsqueda es tan inquieta y de zozobra en las primeras estrofas del Cántico que no hay tiempo ni lugar para el tran­ quilo remanso de un epíteto, sino que todo es velocidad expresada por sustantivos y por verbos. Mas cuando el alma se siente tranquila en su matrimonio místico, toda agitación verbal cesa, para venir a la pluma sólo el epíteto silente y cariñoso en dulce requiebro con el Amado. Esta viene a ser para el alma: «música callada», «soledad sonora ...»32. 31b. M. MENÉNDEZ P e la y o , Historia de las Ideas Estáticas en España, Santander 1947, II, 90-91. 32. Dámaso ALONSO, La poesía de San Juan de la Cruz , Madrid 1946, 151-179.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz