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396 MARIA LUISA GARCIA GARCIA carente de significación. Así, el eterno retorno arcaico es como una puerta de salida, pero no hacia contenidos ocultos, sino como planteamiento es­ pontáneo del ser en el mundo, no irracional pero sí preinteligible. El mito del eterno retorno permite al hombre arcaico tomar contacto con la realidad para buscar los fundamentos de la unidad de su ser. El hombre arcaico quiere perdurar en el tiempo y esto sólo puede conseguirlo matando al tiempo, por paradójico que parezca usar el mismo medio que permite la duración para terminar con ella12. Podría explicarse como un intento de superar un violento choque con la naturaleza mediante una referencia integral al mundo. El eterno retorno arcaico es un lenguaje total ante una situación total. Este lenguaje es percepción, es sentimiento, es creencia y es expresión. Es expresión en suma, del poder decisivo de la repetición de un suceso poderoso, su sentido se transforma de considera­ ción en actualidad. Pero la repetición mítica, como señala Van der Leeuw13 tiene un elemento oculto: la conformación. Porque el mito no sólo invoca un suceso poderoso sino que también da forma a este suceder. Desde esta perspectiva, el eterno retorno de lo igual aparece como un modo de mane­ jar la realidad mediante la suspensión del tiempo. Podría explicarse como una disposición para tomar el suceder colocándolo en terreno propio. Este suceder se transforma en eternidad sirviendo así de modelo y quedando fuera de toda temporalidad, en ese «tiempo sin tiempo» que es el tiempo primigenio, donde duración y eternidad están unidas en el permanecer. La intuición del eterno retorno de lo igual es el lenguaje mediante el cual el hombre primitivo nos expresa su capacidad para fundar y totalizar cada una de sus experiencias, integrándolas «en la ambivalencia de lo ma­ terialmente presente y de lo transmaterialmente envolvente, mentado en esa presencia»14. Es, ciertamente, un movimiento total, pero también total­ mente cargado de sentido, siempre que no trate de extrapolarse y quiera convertirse en lucidez reflexiva, porque su esencia misma y su propio sen­ tido está en otro ámbito, ya que quizá, y como opina Levi-Strauss15, la verdad del mito no consista en su contenido privilegiado, sino en sus rela­ ciones lógicas desprovistas de contenido. Esta lógica no se refiere, desde luego, a la explicación causal de fenómenos naturales, sino a la posibilidad de contribuir a que el hombre comprenda mejor su propia naturaleza liga- 12. E. J. GlQUEAUX, Hacia una nueva definición esencial del mito, Buenos Aires 1971, 399. 13. G. V an D er L eeu w , Fenomenología de la religión, México 1964, 399. 14. Esto que dice Luis Cencillo en Mito, semántica y realidad (Madrid 1970, 15) del mito en general me parece perfectamente aplicable al mito del eterno retorno. 15. C. LÉVI-STRAUSS, Mito y significado, Madrid 1987, 35-38.

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