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ETERNO RETORNO EN LA MENTALIDAD ARCAICA 407 mado por el saber del retorno. En el hombre arcaico esto es impensable. Pero, en el eterno retorno de lo igual, el hombre puede dar el salto a lo infinito desde su propia finitud, porque la suprema voluntad consiste en querer lo necesario. En el destino nietzscheano desaparece la separación entre libertad y necesidad, porque el conocimiento del retorno nos hace partícipes en el gran juego y supone un retornar de nuevo desde lo abierto del mundo a las cosas; en él está la misma capacidad para decir sí a la vida, aunque nos transporte hacia un querer desconocido. Es un pensamiento torturante por su novedad e inquietante por su incertidumbre, y podemos apreciar aquí el sentido completamente opuesto al retorno arcaico, el cual es casi un refugio. Nuestro eterno retorno, sin embargo, parece la propuesta de un ideal que conduce a la humanidad más allá de ella misma, manteniendo una dimensión imprevista, concebida desde la autosuperación de la vida como expresión del conocimiento y como movimiento autotrascendente que nos lleva hacia plenitudes increa­ das, felices quizá, pero no con la felicidad pasiva del hombre arcaico, sino con una felicidad que es expresión de fortaleza, aunque no entendida de manera estoica sino como capacidad de engendrar. Voy a tratar de exponer ahora de una manera más encadenada todos los temas sin los cuales no es posible explicar el eterno retorno de Nietzs- che, porque, a la vez que lo fundamentan, aportan matices esenciales para su comprensión. Comencemos con el eterno dolor primordial que se con­ vierte en fundamento del mundo y de su afirmación. Es conveniente recor­ dar que, en Nietzsche, la realización de la vida no se lleva a cabo a pesar del sufrimiento sino por medio de él, lo que le convierte en parte de la afirmación creadora. El eterno retorno es, desde esta perspectiva, selección fraguada en la propia capacidad de sufrir, que el individuo desde su sole­ dad convierte en creación, sólo pensable desde esa riqueza interior. La soledad es la secreta fuerza que nos abre a la posibilidad del superhombre, único hombre que sobrevive al retorno, que es capaz de crearlo convirtien­ do el futuro en algo abierto a una de las fuerzas de la afirmación nietzs- cheana: el amor. Sólo él es capaz de llegar por sí mismo a la certeza. Es la gran liberación, la esencia misma de la eternidad. Pero, la verdadera volun­ tad de afirmación está en el amor fati; su más perfecto cumplimiento es el eterno retorno. Un puro amor sólo adecuado al superhombre porque le capacita para querer lo que tiene que ser. Quizá esto pueda sugerir un eterno retorno como conocimiento intuitivo, sí, pero también como acción, porque el obrar es uno de sus fundamentos aunque sólo desde una intui­ ción esencial; quizá los grandes momentos del ser y la lucha se encuentren de nuevo. Este sería el verdadero sentido del conocer como proyección al

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