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404 MARIA LUISA GARCIA GARCIA ra. Es la experiencia más estricta del círculo que absorbe el propio querer, por lo que este no representa finalidad alguna. El creador de futuros es el recreador de pasados. El gran redentor es el superhombre como sujeto de la voluntad de poder. «¡A sí debéis redimir todo lo pasado!»34. «Yo trazo en torno a mí círculos y fronteras sagradas; cada vez es menor el número de quienes conmigo suben hacia montañas cada vez más altas»35. Selección de capacidad, selección de lucha. En la ascensión no hay lugar para el desánimo. Las cumbres son sólo para el superhombre, que es presentado como lo que podemos llegar a ser. En realidad, en nuestro eterno retorno la naturaleza y lo humano no son más que lo que podemos llegar a ser. Es la naturaleza liberada engendrándose en ser único y total. Zarathustra seguirá hablando a su hombres superiores: «¿Habéis dicho sí alguna vez a un solo placer? Oh amigos míos, entonces dijis­ teis sí también a todo dolor. Todas las cosas están encadenadas, trabadas, ena­ moradas, — ¿habéis querido en alguna ocasión dos veces una sola vez, habéis dicho en alguna ocasión «¡tú me agradas, felicidad! ¡Sus! ¡Instante!? ¡Entonces quisis­ teis que todo vuelva! — todo de nuevo, todo eterno, todo encadenado, trabado, enamorado, oh, entonces amasteis el mundo, — vosotros eternos, amadlo eternamente y para siempre: y también al dolor decidle: ¡pasas, pero vuelve! Pues todo placer... se quiere a sí mismo, muerde el cebo de sí mismo, la voluntad de anillo lucha en é l» }6. La afirmación es, a la vez, olvido voluntario y atención dirigida. El poder afirmativo de la verdad no es aquí lo primero, porque decir no sin referencia al sí es volver al no. Hay que restituir la realidad a su plenitud reivindicando todos los aspectos vitales, reivindicando el mismo valor de la vida; esto es el infinito posible de la imposibilidad. Llegamos a un ámbito en el que el mal puede ser tan bueno como el bien y lo falso tan verdadero como la verdad. Los antivalores no se convier­ ten en valores, sino que se reúnen en el seno del mismo ser del ser único. Ahora «la medianoche es también mediodía». Hemos ido viendo, a lo largo de estos textos, matices fundamentales del eterno retorno de lo igual que nos han llevado desde una necesidad de 34. Ibid., 282: VL/l, 251. 35. Ibid., 287: VI/1, 256. 36. Ibid.: ‘La canción del noctámbulo’, 428: VI/1, 398-399.

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