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402 MARTA LUISA GARCIA GARCIA No vale un querer a medias; el eterno retorno de lo igual logra hacer del querer una creación. Esta idea meravillosa nos permite crear vida, ha­ cer arte de nuestro querer logrando una concepción abierta del universo desde la experiencia de una soledad vivida como creación trágica y subli­ me. Creación y selección están íntimamente unidos en el eterno retorno de lo igual. Podríamos enlazar esta posibilidad del querer con una eliminación, mediante el pensamiento del eterno retorno de lo igual, de todo ese querer que caiga fuera de él, haciendo entrar en el ser lo que no podría entrar sin cambiar de naturaleza. No es ya un pensamiento selectivo, sino el ser selec­ tivo 29. Volvamos de nuevo a la aceptación de la existencia sin reservas, a un «sí» sin condiciones, a esa vida que se quiera que retorne: «...el círculo se basta a sí mismo justamente proque se mantiene en permanente apertura la metamorfosis, esencia del eterno retorno, es metamorfosis del propio eterno retorno. Metamorfosis del círculo»30. Nada debemos temer de la posible monotonía del retorno, porque sólo hay retorno para el amante de la eternidad y para este «lo mismo» sólo puede retornar de otra manera: querer-crear. El cambio no es posible más que a través de la creación. El querer del retorno es creativo, por eso «eternizarse es diferenciarse sin fin »31. El superhombre se determina entonces con vistas al retorno, está más allá del hombre, porque sólo él es capaz de quererse de nuevo; sin él no hay posibilidad de retorno, entendido desde el cumplimiento perfecto de la voluntad de afirmación y realizado como perfección creativa. La única meta posible es la propia voluntad de creación. 29. Interpretación esta propia de G. DELEUZE (Nietzsche y la filosofía, Barcelona 1971, 98-102). Con todo, no debemos olvidar que, aunque en el eterno retorno nietzscheano domi­ na lo positivo, no faltan referencias agobiantes, y hasta deseperanzadas, a lo negativo. Y esto no sólo aparece en las primeras obras, como La gaya ciencia (Palma de Mallorca, José J. de Olañeta 1984, 2.a ed., n. 341, 185: V/2, 250): «Lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño de tu vida se producirán para ti, por el mismo orden y la misma sucesión... ¿No te arrojarías al suelo, rechinando los dientes y maldiciones al demonio que así te hablaba?». Sino que también aparece en lo que es la cumbre de su pensamiento A sí habló Zaratustra: «Todo es igual, nada merece la pena, el saber estrangula» (‘El convalenciente’, n. 2, 301: VI/1, 269); «¡Y el eterno retorno también del más pequeño! ¡Este era mi hastío de toda existencia! (Ibid., n. 2, 302: VI/1, 270). Cfr. también Ibid., n. 2, 303-304: VI/1, 272-273. Considero marginales estos aspectos negativos, porque son pequeñas desilusiones en el difícil ascenso hacia la cumbre. Pero, en ningún caso, quisiera hacer decir a Nietzsche lo que no dice. 30. De acuerdo con la interpretación de G. M orel , Nietzsche, t. III, París 1971, 267. 31. Ibid., 268.

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