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ETERNO RETORNO EN LA MENTALIDAD ARCAICA 401 ese sufrimiento con todos sus medios, aunque lo soportan, porque, en cierto modo, no es absurdo. El sufrimiento, en Nietzsche, como a la luz de la ley del karma, no es perturbador, porque se le conoce y se le quiere. Tiene sentido y adquiere así un valor positivo. La eterna creación y destrucción enlaza con la expresión trágica y su dolor eterno, su eterno desgarramiento, y todo el horror y la crueldad que sólo una vitalidad auténtica puede soportar. La importancia de la creación en el eterno retorno de lo igual frente al ciclo como repetición sin novedad del eterno retorno arcaico, me parece una de las diferencias fundamentales. Acerquémonos a alguno de los textos más significativos de Nietzsche. «Ay, ojalá entendieseis mi palabra: ¡Haced siempre lo que queráis, —pero sed primero de aquello que pueden q u erer!»21. Es el compromiso con la acción y con el futuro. El compromiso con nuestro propio destino y, en cierta medida, con la voluntad misma. Esto yo lo enlazaría con la libertad, el privilegio de «poder querer». Es el Nietzsche de la superación, que difícilmente se dejaría encuadrar en una filosofía de la finitud. En mi opinión, el gran mensaje del eterno retorno de lo igual se opone a una lectura repetitiva, porque alude a un modo de ser del ser, que, habiendo superado la separación entre esencia y existencia, anuncia el ad­ venimiento de una nueva época. Pero este mensaje, ¿tiene carácter positivo? El querer del eterno retor­ no parece transformarse en un querer de la voluntad, que se quiere a sí misma. En realidad, este pasaje que nos invita a la reflexión del poder del querer y del poder querer nos lleva a una posible interpretación del retorno como pensamiento selectivo, tan del gusto de Deleuze28. Porque, cierta­ mente, un devenir activo sólo puede ser pensado como producto de una selección. La interpretación del retorno como doctrina selectiva da un paso más en el trayecto de Zarathustra: una vez que aprendiste a querer, lo que quieras, quiérelo de tal modo que puedas querer también el eterno retorno. Pocos hombres podrán querer, pero lograr entender el querer del retorno en su querer, ¿lo logró siquiera Zarathustra? 27. Id., A sí habló Zaratustra: ‘De la virtud empequeñecedora’, Madrid, Alianza 1985, 242: V I/1, 212. 28. G. DELEUZE, Nietzsche y la filosofía, Barcelona 1971, 275.

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