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358 GERMAN ZAMORA zarse en gastos, lleven a debida ejecución lo que proponen» 12, a lo que ellos correspondieron inmediatamente. El Consejo aprobó también este primer proyecto salmantino de reforma, que no desencajaba de las que lentamente iban urdiéndose desde el advenimiento de Carlos III al trono, y preludiaba la general de las universidades. 3. La epidermis de un malestar de fondo En la de Salamanca se iba fraguando paulatinamente y desde dentro, como revela el acontecimiento precedente y ponen más a las claras los hechos que se desataron a partir de 1765. Uno y otros prueban que las reformas partieron de las facultades de menor solera universitaria, y que su motivación inmediata fueron los abusos, por una parte, y el reconocimiento de la propia decadencia e inadecuación de las técnicas vigentes para una enseñanza eficaz y al día, pese a las protestas en contrario de los años sesenta. Apenas transcurridos un quinquenio, la universidad hubo de encarar un episodio que, aunque no nuevo en sí, colmaba la capacidad de toleran­ cia de su profesorado. Varios estudiantes de la facultad de medicina pidie­ ron dispensa de ciertos requisitos de matrícula, y uno de ellos obraba del modo más fraudulento. La cédula convocatoria a claustro pleno para el día 17 de agosto de 1765 resumía en estos términos el tema a tratar: «Otrosí, para ver varios memoriales de cursantes de la facultad de me­ dicina: uno que suplica a la universidad le dispense las faltas de matrícula que tiene, habiendo asistido a las cátedras de medicina en los mismo años que no se ha matriculado; otro, que ha asistido y cursado a las menciona­ das cátedras en los dos años primeros, sin haberse matriculado en artes; y otro, que ha asistido todos cuatro años a las mencionadas cátedras, y no ha incorporado el grado de bachiller en artes». Como de costumbre, la cédula terminaba con la rutina del «Y resolver sobre ello lo más conveniente». Pues bien, lo que en este claustro y en el siguiente que lo continuaba se resolvió, fue de importancia trascendental para la reforma de la universidad. Entre los suplicantes destacaba, por su osada desfachatez, un joven, de nombre Luis Villalobos, que decía estar graduado en artes por la universi­ dad de Avila y haber asistido a cuatro cursos de medicina en la de Sala­ manca, siendo su única falta no haber incorpordado en ésta en tiempo competente su título abulense. Al oírlo, el catedrático de prima de medi- 12. Ibid., ff. 73 y 98 (claustro pleno de 17-111-1764).

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