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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS EN ESPAÑA... 357 De los estudios salmantinos, el que por entonces se hallaba en más evidente decaimiento y, a la vez, aquel cuya renovación podría despertar más interés dentro y fuera de la universidad, era el de gramática, o de «Escuelas Mínimas». Tenía valor de alcance general, ya que los estudios que se cursaban después se impartían en latín11. De ahí que su restaura­ ción, la más innocua y de necesidad vivamente sentida incluso por los padres de los adolescentes, fuera la primera acariciada por la universidad. Que el Colegio Trilingüe amenazara ruina, y no en su fábrica material, no pudo disimularse por más tiempo ya en 1758, año en que se arbitró, como remedio, reducir sus tres cátedras a dos. Mas, ante la insuficiencia de este arbitrio y las quejas de los padres por el ningún aprovechamiento de sus hijos en las primeras letras, la universidad nombró una comisión que exa­ minara el problema y lo buscara solución. Alma de la junta de cuatro miembros «para discurrir medios de reforma» era nuevamente el P. Ma­ nuel Bernardo de Ribera. Los comisionados redactaron un plan de siete puntos, inclinándose más por «una nueva planta de estudios de gramática» que por apuntalar la ruinosa institución. O, en frase de un claustral: «en esta reforma, o nueva fábrica de estudios, nada había de quedar del edifi­ cio antiguo, ni aún la más pequeña piedra de su cimiento». Las bases de tan radical mudanza parecen, en verdad, exiguas y desproporcionadas al fin que se buscaba, pues se limitaron a restablecer el número tres de pre­ ceptores para alumnos menores, medianos y mínimos, a prohibir los estu­ dios particulares de gramática en Salamanca, aumentar los honorarios, re­ valorar el desprestigiado título de maestro de las Escuelas Mínimas, obligar a examen riguroso a los aspirantes al mismo, mejorar el horario, los ejerci­ cios y los textos y, en fin, a imponer la observancia de «cuanto prescriben los que con más acierto han escrito de ratione studiorum». El claustro pleno de 11 de octubre de 1763 aprobó integramente y sin reservas el pequeño plan, concediendo a los comisionados «amplísimas facultades para que, por cuantos medios juzguen oportunos, y sin embara- enseñanza de los grandes creadores de la ciencia natural moderna» (Panorama histórico de la ciencia moderna, Madrid 1963, 156). Véase también Antonio A. de A n d rad e , Vernei e a cultura do seu tempo, Coimbra 1966, 128 y 198. 11. «A la verdad, así como el estudio de la gramática es el cimiento de todas las ciencias, así también debe ser el primer objeto de la atención y desvelo de la universidad», proclama­ ban los comisionados para restablecerlo (AUSal L. 230 f. 71 y ss; claustros de 1762-1764). En el Archivo de Campomanes, Fondo R. Gasset y Dorado, leg. 48-142, se conserva una carta de M. B. de Ribera a aquél, de 16-X-1764, sobre la reforma de los estudios de gramática, fundación de una imprenta en la universidad y otras medidas, aptas, según él, para lograr «insensiblemente» y «en poco tiempo reformada la universidad sin estrépito y sin que se alarmen contra la providencia los que interesan mucho en que se halle el estudio abandonado y sólo se busque la universidad para llenar el membrete de títulos».

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