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378 GERMAN ZAMORA Doctores de la ley fueron los claustrales que rasgaron las vestiduras por la estancia de Martín en la corte con abandono de su cátedra (dicta­ men de Francisco Agudo), y quienes propusieron se notificara al Consejo, en los términos «más políticos», no representar aquél en modo alguno a la universidad (Francisco Ruiz), o alegaron que, para satisfacer al mandato del Consejo, había que tener presente el informe de Ribera «en orden al mejor método de enseñanza». Menos duros con el improvisado embajador y su pesonal mensaje se mostraron los teólogos. El sucesor de Ribera en la junta de la buena ense­ ñanza por su facultad, el franciscano Manuel Fernández, sugirió que se representara al Consejo estarse elaborando los planes de todas las faculta­ des «para el mejor y más pronto aprovechamiento de todos los cursantes en ellas», habiendo la universidad resuelto esperar a que estuvieran ultima­ dos para someterlos a su aprobación. Juan Ruarte creyó suficiente que la representación, si se enviaba, se limitara a indicar que Martín había ido a la corte por propia iniciativa a ofrecer el plan aprobado por el claustro. Un paso más daba Cayetano Failde, insinuando que, si el catedrático de anato­ mía no había recibido autorización oficial para ir a solicitar la aprobación del plan, se le diera, y se pusieran en ejecución los de las demás facultades. Aún más lejos fue el también teólogo y franciscano Serafín Malvar y Pintos, según el cual debían darse gracias a Martín «por haber puesto en planta el plan de su facultad»; de esa opinión fueron los médicos, a excepción del descontento doctor Cuesta, quizás resentido porque sus colegas no le ha­ bían consultado a la hora de confeccionar el plan (si acaso no le habían preterido por saberle ya hostil a la idea). «Se obedezca la real orden —ma­ nifestó—y se represente no estar de comisión el señor Martín por la uni­ versidad, y que se nombren dos señores de la facultad para ver y reflexio­ nar el plan, lo cual hecho, se vuelva a claustro para aprobarlo». Su antípo­ da en interés, el doctor Zunzunegui, sentenció: «Se obedezca la real orden y de ningún modo se represente a S. A., porque, además de no pedir informe, se ve que manda tener presente al señor Martín, en atención a convenir su existencia en la corte, por motivos y razones que el señor fiscal tiene expuestos, para asunto importantísimo del plan presentado, y que sobre esto nada se puede decir, supuesto lo expuesto por el señor fiscal». Cuando iba triunfando por votos la moción de no representar, emitido el suyo el doctor Pedro Quevedo, alterando el resultado, pues no pocos variaron de sentencia, y la universidad se lo apropió en estos términos: representar, mediante comisión, al Consejo que «el doctor don Juan Mar­ tín está en la corte sin comisión de la universidad, ni es comisario por la facultad de medicina de la junta de buena enseñanza, ni tampoco ha

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