PS_NyG_1990v037n003p0351_0389

374 GERMAN ZAMORA dos, acordando que las nuevas disciplinas fueran explicadas por los anti­ guos catedráticos de filosofía natural y de físicos, paliando así a duras penas, si no la solvencia científica de los maestros, al menos la penuria del arca. Mas era una solución que ni en el aspecto científico ni en el financie­ ro podía honrar a la junta, y que denotaba, una vez más, uno de los lados más precarios de la reforma Carolina, el económico (si es que, en Salaman­ ca, no se escudaban en él los adversarios de aquella reforma para frenarla). La junta propuso que el plan fuera impreso y que se compusieran los de las demás facultades. Si hasta aquí tal proyecto renovador no sufrió reveses mayores, su suer­ te fue menos venturosa al darlo a conocer a la universidad y, más tarde, al propio claustro médico. La reacción de aquélla podría resumirse en la sentencia de un individuo de éste, Antonio Cuesta, catedrático de «sim­ ples». A su juicio, el plan contenía «muchas preciosidades», pero también suscitaba reparos. Entre éstos, se le antojaban de gravedad los de la incom­ petencia de la junta «para lo que va disponiendo», la pretensión de que se imprimiera y, sobre todo, la presencia en él de «autores no católicos, como son Ignecio (sic) de lógica, Muschembroec de física, y Boherha de medici­ na». El doctor Francisco Ruiz, jurista, sostuvo que la universidad debiera someterlo al parecer de los galenos más reconocidos de España antes de aprobarlo y que, si éstos lo desaprobaban, se congelara el plan hasta la venida no lejana de un regio visitador. Pero otros votaron que la junta prosiguiera disponiendo los planes de las demás facultades y los trajera a claustro antes de remitirlos al Consejo. Uno de sus propios responsables, Medina, transigiendo parcialmente con las críticas y, a la vez, reafirmándose en la validez fundamental de su creatura, afirmaba, quizás con una miga de ironía: «Se pongan autores católicos, si se pudiesen encontrar; no se les dé a los catedráticos facultad para enseñar, sino que se esté a lo que trae el plan». El voto de universidad reflejaba semejante ambivalencia, pues lo apro­ baba, pero «bajo las condiciones que expresamente se han relacionado anteriormente»31. En el claustro celebrado el 28 del mismo mes sobre la supresión de asuetos, Pedro Quevedo, teólogo que ya conocemos, insistió, fuera de tema, en que los planes de las demás facultades no se llevaran a claustro sin su previa vista y examen por los catedráticos de las mismas, moción redondeada en el pleno de 23 de diciembre con la apostilla de que, sin la aprobación al menos de la mayoría de los facultativos, ni siquiera podrían 31. AUSal L. 233 f. 5v.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz