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352 GERMAN ZAMORA desfasamiento l. Predominaban, con mucho, en el primer grupo miembros de las facultades de teología y derechos, y en el segundo, de medicina y artes. Entraban, por tanto, en lid las cuatro facultades clásicas, pero las dos del primer grupo disponían de un número agobiante de individuos, que multiplicaba su poder. Y fue gracias a esa minoría del segundo por lo que, en consonancia con su antiguo e indisputado rango entre las universidades españolas, la salmantina se anticipó, de algún modo, en el afán de ponerse al día, no sólo a las demás, sino a los planes de un Estado renovador. P r epa r a c ió n l o c a l d el pla n Para situarse mejor, conviene remontarse a algunos episodios preceden­ tes de la vida interna de la universidad. 1. Salamanca contra la Academia zaragozana del Buen Gusto El decenio reformista se abrió con una solemne proclama antirreformis­ ta con motivo del examen de los estatutos de la célebre Academia del Buen Gusto, que se proyectaba fundar en Zaragoza. El Consejo de Castilla pidió a la universidad de Salamanca su parecer «sobre las utilidades, o inconvenientes que pueden resultar de la erección de la citada Academ ia»2. Tendría ésta, por finalidad, «perfeccionar, con el buen gusto, las ciencias y artes, especialmente la teología, jurisprudencia, medicina, matemáticas, filosofía, letras humanas y todo género de erudición sagrada y profana»3. 1. AUSal L. 235 f. 115. La junta encargada de recopilar las reales órdenes y cédulas aludía, el 4 de mayo de 1770, al gesto de Carlos III que, «cuando aún no había ocupado dos meses el real solio español, ya mostró el real concepto que tenía de esta Princesa de las Ciencias buscando su dictamen», palabras reiterativas del conocido lema Omnium scientiarum princeps salmantica docet; e ibid., f. 922: «tan gran universidad, universal madre de las cien­ cias» (1771). El estribillo de la otra tendencia podía resumirse en el deseo de «restablecer el mayor esplendor de este estudio, y descubrir y cortar la causa de la decadencia», palabras pronunciadas en el claustro pleno de 26 de agosto de 1765 (Ibid., L. 231 f. 59v). 2. Carta orden de 15 de diciembre de 1759, en Colección de los reales decretos, órdenes y cédulas de su majestad (que Dios guarde), de las reales provisiones y cartas-órdenes del rey y supremo Consejo de Castilla, dirigidas a la universidad de Salamanca desde el año de 1760 y siguientes baste el presente de 1770, y mandadas reimprimir por el mismo real Consejo. En Salamanca: por Eugenio García de Honorato, impresor de dicha real universidad, y Nicolás Villagordo y Alcaraz, s. a. [1770], 1. 3. Así se lee en los estatutos de la misma, antepuestos a su crítica por los comisionados de Salamanca (AUSal ms. 25 f. 142). Hallábase este documento, cuando lo consultamos en torno a 1970, encuadernado con otros muchos de los siglos XVI-XVIII, en un tomo manuscrito, al que sus compliladores del XIX titularon Album de informes y curiosidades de la universidad

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