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368 GERMAN ZAMORA Mas todo eso eran sugerencias de valor general y nos parece que el plan de los médicos salmantinos era más explosivo, si no revolucionario, por el enfoque que daba a los conocimientos «filosóficos» previos al estu dio de la medicina que por la neoreglamentación del de ésta. Aquellos párrafos podían actuar de cuña que fuera agrietando, e incluso hiciera saltar el cimiento escolástico-medieval de todas las facultades. Los flamantes proyectistas declaraban poco menos que inútiles «los tres cursos de artes, que se piden para tomar el grado de bachiller en filosofía, como prerrequisito necesario para ganar cursos en medicina». Porque la medicina se ligaba a la filosofía, y de ella dependía, principalmente a través de la física. Pero la física generalmente seguida en la universidad española era la que estos planificadores denominaban «sistemática», término en el que se comprendía no sólo la de Aristóteles, sino la de muchos filósofos modernos. Era una ciencia basada en especulaciones, no en la experiencia. A ella oponían precisamente la originada de ésta, o física «experimental», como reputaban la newtoniana y mecanicista. Por ésta clamaban, a coro con muchos médicos «mecánicos» que les habían precedido en varios países y también en España, aunque en menor número y significación. «Los más imparciales y experimentados en el arte médica —escribían— reprueban comúnmente toda física sistemática, por proceder sobre funda mentos y principios ideales, o arbitrarios y no demostrados, y por eso resuelven que la física de Aristóteles, Descartes, Gassendi y otros sistemá ticos, que han corrido con aplauso en nuestros días, conducen muy poco para el estudio médico, para el que sólo aprovecha un cuerpo de física exp erim en ta l cuyas conclusiones sólo tengan por antecedente principios demostrados», palabras en que late el hypotheses non fingo. 1-29. En el claustro médico, de 10-VI-1767, convocado para «examinar el plan de medicina, dispuesto por la junta de buena enseñanza y presentado por el doctor Martín», Antonio Cuesta denunció el regateo con que él y otros colegas habían sido informados de tal plan: se había efectuado trámite «una breve noticia verbal», «y esto, en la rara ocasión de haber acabádose un acto de medicina que, por estatuto, había durado dos horas, al fin del cual, desformado el colegio, pues ya habían bajado de la barandilla, dijeron los señores comisarios que nos sentásemos, como nos sentamos en las esquinas de los bancos al modo de conversa ción. Y, así puestos, dijeron estaba formado el nuevo plan de medicina, que sería conveniente supiésemos no sólo el concepto objetivo consabido de la buena enseñanza, sino las leyes y fundamentos en que estriba según toda su extensión, para que, componiéndonos allí, quedá semos instruidos del referido plan. A este tiempo tomó la voz el doctor don Juan Agustín de Medina, con anuencia del señor doctor don Francisco Vélez, y refirió a boca, en los términos que pudo, lo contenido en el plan. Es cierto que los presentes respondimos, a lo menos por mi parte, que nos parecía normal, y así nos levantamos. Pero después, reflexionando sobre las tales cuales noticias o especies que pudieron quedarme en la breve narrativa, me fue forzoso votar en claustro pleno en la forma que ya llevo dicha», o sea, que el plan no había sido visto por varios doctores médicos «en tiempo y en forma» (AUSal L. 233 ff. 58-59).
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