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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS EN ESPAÑA. 363 Al nombre acompañaba una rudimentaria ficha psicotécnica y la filia­ ción del partido escolástico de cada uno. De Alba, por ejemplo, se decía: «Es mozo de gran talento, muy erudito, y es inteligente en las lenguas griega y hebrea». De Martínez y de Viedma: «Son medianos», y otro tanto se afirmaba de Ruarte y Chantre. De Tavira, en cambio, se dice que «es hábil, muy aplicado y bien instruido». De Toledano y Quevedo se admite que son hábiles, pero se los califica de muy favorables al jesuitismo, mala recomendación pocos meses antes de ser suprimida la Compañía. No obstante tan abultados méritos o deméritos, Campomanes, en su informe fiscal a Roda de 11 de octubre, tras confesar, curándose en salud, que «nada embaraza más que los informes en materia de provisiones por el riesgo de perjudicar a tercero», los clasificaría en este orden: «Martínez es bueno y mozo. Viedma es mejor, y el más digno de los tres. Alba es también bueno, y buen retórico. Entiendo la merece el de segundo lugar, en justicia». Peor parados salían dos de los candidatos a la vacante de escuela jesuítica: «Ruarte —aseguraba el fiscal—es antiguallo, y de poco saber para la enseñanza. De Chantre no tengo noticia, ni en la universidad tiene nombre alguno. Tavira es bueno, sujeto de esplendor, aplicado a la lengua hebrea, y superior a los demás. Por la misma razón, le considero acreedor a esta cátedra». Pero la ínfima calificación y adverso destino reca­ yeron sobre los propuestos para la de propiedad de lógica magna, de los que Campomanes se limitará a escribir: «Son muy poco conocidos estos sujetos». La sentencia de Roda se atuvo al juicio del fiscal, eligiendo a Viedma y Tavira, y dejando desierta la cátedra restante, con estas lacónicas palabras: «Lógica magna jesuítica: ninguno»17. Entre todos los mencionados, descollaba por sus ideas renovadoras en filosofía Antonio José de Alba y, sobre todo, Antonio Tavira, señalado más tarde como clérigo «ilustrado y filósofo». Desconocemos los méritos de Viedma en el campo de las nuevas ideas, móvil muy influyente en las preferencias del Consejo, aunque ni el único ni tan decisivo como el acha­ que de filo-jesuitismo: tal vez debiera Viedma a esa condición el primer puesto en el aprecio del fiscal, a despecho de la nota de medianía que lo postergaba en el informe salmantino, y Quevedo a la contraria su eclipse por entonces18. 17. AGSGJ leg. 940. 18. Acerca de Tavira y su personal plan de reforma del estudio de la filosofía, puede verse nuestro artículo La reforma de los estudios filosóficos en España bajo Carlos III. Ideología e ideario de la reforma, en NatGrac 28 (1981) 249-255. En cuanto al extremeño Pedro Benito Antonio Quevedo y Quintano (1736-1818), tardaría aún en alborear su lenta, pero fulgurante carrera de ascensos: obispo de Orense, 1776, regente del reino, 1810, y cardenal, 1816 (véase R. RlTZLER-P. SEFRIN, Hierarchia catholica medii et recentioris aevi, VI, Patavii 1958, 109,

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