PS_NyG_1990v037n003p0351_0389

362 GERMAN ZAMORA Salta a la vista que, entre los comisionados, no había ninguna persona­ lidad tan poliédrica como la del «artista» Villarroel, ya setentón (1693- 1770), que de ese modo añadía a su proteica figura una nueva faceta, la de reformador. Seguíale, en importancia, su antiguo rival, Manuel B. de Ribe­ ra, que bajará al sepulcro en el corriente año de 1765, privando a la junta de uno de sus más firmes puntales, y de su más brillante paladín a los contrarios a la reforma de la enseñanza filosófica. Torres y Ribera eran los únicos miembros de la junta que hubieran podido abrigar alguna aspira­ ción, aunque muy tenue, a pasar a la futura historia de la filosofía, menos el Piscátor que el trinitario, autor de unas instituciones filosóficas de orien­ tación tomístico-ecléctica16. Si la edad de los otros componentes de la junta se avenía con la de los citados, poco dinamismo cabría abrigar de ella. 5. Ojeada a la enseñanza de la filosofía La cursada en Salamanca era, por supuesto, la de Aristóteles, bajo sus esfumaturas escolásticas. El Consejo proveía sus cátedras, como las de las restantes facultades, eligiendo a los profesores de las trincas presentadas por la universidad. En la selección influían no sólo los propios conocimien­ tos e intereses, sino informes privados, que barajaban el fiscal Pedro Rodrí­ guez de Campomanes y el secretario de Gracia y Justicia, Manuel de Roda. En enero de 1766 se remitían a Madrid estas ternas para cubrir las vacantes de dos cátedras de artes, sección de lógica magna, una de «escuela tomista» y otra de «escuela jesuita»: Escuela tom ista: el maestro Luis Martínez, premostratense, el doctor Juan José Rodríguez de Viedma, del Colegio Militar del Rey, y el maestro Antonio José de Alba, agustino. Escuela jesuita: El maestro Juan Antonio Ruarte, trinitario, el doctor Francisco Chantre, colegial mayor, y Antonio Tavira y Almazán, del cole­ gio militar del rey. En mayo del mismo año, aspiraban a la vacante de la cátedra jesuita de lógica magna: el doctor Juan Baltasar Toledano, Pedro Quevedo y Quinta- no, colegial mayor, y José Lorite y Pinedo. 16. L a filosofía de Ribera se titulaba Institutionum pbilosophicarum duodecim volumina complectentium..., 2 tt. (Salmanticae 1754-1756). Sobre las relaciones académicas, un tanto agrias, entre Torres y Ribera, puede verse José de L amano y B eneite , El ascetismo de don Diego de Torres Villarroel, en Ciencia tomista 5 (1912) 208 y A. G arcía B o iza , Don Diego de Torres Villarroel (Salamanca 1911).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz