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LA GRACIA LIBRE, PERO NO NEUTRAL 281 deduce luego su argumento: Lo que es de la naturaleza del hombre es natural. Como quiera que la posibilidad de tener fe sobrenatural es algo propio de la naturaleza del hombre, se sigue la consecuencia de que esa posibilidad (potencia) es natural. Y no omite la observación oportuna de que la sobrenaturalidad esencial de la perfección comunicada no se opone, ni en el caso de la fe ni en el de la visión beatífica, a la naturalidad de la potencia18. Insiste aun en esclarecer este carácter de naturalidad, basándo­ se en la perfección que intrínsecamente significa para el entendimiento la visión clara de Dios. El hecho de la ordenación a tal fin implica, como condición de posibilidad, que el hombre sea perfectible por ese don (o «forma») sobrenatural. Y esta perfectibilidad es precisamente en lo que consiste el apetito natural, como es igualmente «apetito natural» la perfec­ tibilidad de la «materia prima» respecto de la «forma sustancial», y la de la vista corporal en relación con los objetos de color. Se trata, por tanto, de una inclinación ontologica que no supone ni origina, de por sí y actual­ mente, conocimiento. Es sencillamente la misma naturaleza espiritual del hombre con su capacidad intelectiva y volitiva19. El argumento siguiente lo toma Frassen de Escoto al pie de la letra: Lo que dice orden a muchas formas según una gradación, se ordenará del modo más definitivo (máximamente) a la forma más perfecta. Como la voluntad y el entendimiento se ordenan por su misma naturaleza a diversas voliciones e intelecciones, deberán, en consecuencia, dirigirse o tender de modo sumo a aquella felicidad que consiste en la intelección y volición máximas (es decir, la intelección y volición que tengan a Dios como objeto inmediato). No sería necesaria la aclaración de Frassen de que esta argu­ mentación (que él cree afectaría principalmente al apetito elícito) vale tam­ bién para el apetito innato, ya que es afirmación constantemente repetida que la naturaleza espiritual se ordena en sí misma a lo que puede perfeccio­ narla en grado máximo, como es el caso de la visión beatífica. Entiende 18. «Probo primo a simili ex Divo Augustino, lib. 1 De praedest. Sanctorum, cap. 4. Posse, inquit, habere fidem, sicut posse habere charitatem, naturae est hominum; habere autem fidem, quemadmodum habere charitatem, est gratia fidelium. Ex quo sic argumentor: quod est naturae hominum, est naturale: sed potentia ad habendam fidem, quae supematuralis est, est naturae hominum: ergo illa potentia est naturalis; adeoque supernaturalitas non officit quomi- nus inclinatio illa dicatur naturalis ad id quod supernaturale est; et consequenter licet visio beatifica sit supematuralis, non minus inclinatio ad eam dici potest naturalis» (Ibid.). 19. «Secundo: haec divina visio est maxima intellectus perfectio; adeoque intellectus est per ipsam perfectibilis: sed haec perfectibilitas est appetitus naturalis, non minus quam per- fectibilitas materiae respectu formae substantialis, et oculi corporei respectu visionis obiecti colorati; est pariter appetitus ille innatus, quia haec inclinatio non praesupponit cognitionem, nec est aliquid distinctum ab intellectu, nec qui talem inclinationem habet experitur se illam habere: ergo intellectus habet appetitum innatum ad visionem intuitivam Dei» (Ibid.).

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