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294 BERNARDINO DE ARMELLADA continuaría siendo siempre esencialmente perfectible por el don supremo de la visión beatífica55. En esto se trasparenta lo que para una mirada superficial podría consi­ derarse ambigüedad de Frassen en la afirmación de la «naturaleza pura». Sencillamente no quiere referirse a un estado en el que el hombre tuviera que permanecer necesaria y perpetuamente. Siempre podría ser elevado a un estado más perfecto si a Dios le pluguiera hacer gracia del mismo. Con el concepto de «natura pura» se querría únicamente significar un estado de no elevación que podría llegar a participar de la razón de felicidad —que de por sí sólo es perfecta en la posesión inmediata de Dios—en un sentido parecido a como las cosas participan del ser, que solamente en Dios se encuentra en toda su plenitud. Es la felicidd posible a la potencia activa natural. La potencia pasiva siempre seguiría perfeccionable. Y termi­ na diciendo que le basta, par afirmar la posibilidad de la naturaleza pura, el que pueda darse en algún estadio sin tener por eso que convertirse en una situación definitiva56. Es decir, que la naturaleza del hombre nunca sería un recinto cerrado a la posibilidad del descanso plenamente saciativo en Dios. 7. Conclusión Frassen representa un caso típico de las confusiones a que puede con­ ducir una mezcla inconsiderada de terminologías. Es verdad que siempre habrá una reciprocidad ambigua entre el len­ guaje y el pensamiento. Si por una parte son las palabras las que muestran el pensamiento, no pocas veces el pensamiento ayuda también a descubrir el sentido preciso de los términos empleados en un contexto. Desde esta elemental filosofía del lenguaje he querido interpretar las ambigüedades 55. «Respondet forsan imperfectam illam beatitudinem et decoloratiorem a se designa- tam, esse dispositionem ad praestantiorem, qualis non esset ilia beatitudo naturalis a nobis excogitata. Verum, quid impedii quominus pariter dicamus hominem in puris naturalibus aliquandiu reiinqui posse in statu illius beatitudinis naturalis, donec sine ullo suo merito et ex pura Dei liberalitate et gratia ad supernaturalem promoveatur et transferatur?» (Ibid., p. 78). 56. «Neque enim contendimus hominem in statu naturae purae constitutum necessario debere perpetuo in eo consistere; ita quod accedente Dei beneficio non posset ad praestantio­ rem et perfectiorem statum evehi: sed nobis sufficit quod in eo aliquandiu constat ut ille status non iudicetur imposibilis... Unde sicut entia creata, etsi respective ad Deum dicantur nihil, attamen in seipsis pro suo modulo veram et realem entis rationem sibi vindicant; sic illa beatitudo naturalis, quam homines possunt assequi in statu naturae purae, participaret pro suo modulo rationem beatitudinis, proportionatam scilicet homini in tali statu existenti, ex qua tandem ad praestantiorem ex Dei benevolentia promoveretur» (Ibid.).

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