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LA GRACIA LIBRE, PERO NO NEUTRAL 293 Si mi interpretación es correcta, hay que concluir que Frassen no llega nunca a poner en cuestión la tesis escotista del «desiderium naturale». Su formulación aparentemente negativa respecto del mismo cuando trata de la «natura pura» se referiría solamente a la eficacia natural para pasar al acto, sea en la realidad de la visión beatífica, sea en una manifestación a través del deseo elícito. 6. Una felicidad natural siempre abierta a la trascendencia La línea de apertura metafísica que la teología franciscano-escotista ha mantenido siempre, se revela en Frassen al admitir, con la naturaleza pura, una felicidad natural y otra sobrenatural: dos fines que no son paralelos ni contrapuestos, sino sucesivos en relación de complementariedad. También en esta cuestión se esclarece su fidelidad escotista a la idea del «deseo natural». La felicidad natural es imperfecta, dice; la sobrenatural, perfecta54. De tal manera se hallan en relación de perfectibilidad muta, que nunca se podrá decir que la felicidad natural constituya un fin específicamente últi­ mo en el sentido de que, una vez conseguido en un supuesto estado de naturaleza pura, se perdiera la relación de perfectibilidad respecto del otro fin perfecto y ulterior, que sería siempre el fin absolutamente último en cuanto perfectivo, no en cuanto asequible; ya que su realización depende de la libertad absoluta de Dios. La felicidad natural sería en la naturaleza pura el fin último asequible por las fuerzas naturales. Los «agustinenses», dice Frassen, hablan también de una felicidad im­ perfecta que sería la disposición intermedia para la más perfecta y sobrena­ tural. Pero piensan que de este modo se excluye la posibilidad real de una naturaleza pura. Para ellos esta idea incluye la perfección completa en sí misma sin posibilidad de referirse a otra perfección superior como un esta­ dio intermedio en la razón de fin. Esta idea de la naturaleza pura lleva el trasfondo de una esencia cerrada en que «unidad de ser» correspondería a «unidad de fin» perfectivo. Es una idea tomista que Frassen no comparte, pues, según él, un fin conseguido por las fuerzas naturales nunca será algo tan definitivo en sí, que no quede abierto a una trascendencia. La supuesta creatura espiritual «no elevada» que llegara a su fin de felicidad natural, 54. «Cur ergo similiter nobis non licebit duplicem distinguere beatitudinem, perfectam unam et supernaturalem, aliam imperfectam et naturalem, ad quam tendere ac pervenire posset pura natura, et per quam promoveri posset ad illam supernaturalem ac praestantio- rem?» (Scotus Academicus, vol V, tract. 3, disp. 1, art. 1, q. 1; p. 77).

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