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292 BERNARDINO DE ARMELLADA La naturaleza pura se tematiza bajo la perspectiva de un concepto de poten­ cia que incluye la colaboración activa de cuantos agentes sean imprescindi­ bles para ponerla en acto. Y al dividirla entonces en natural, violenta y obediencial 52, habrá que entender implícita la referencia al agente respecti­ vo: natural, violento o sobrenatural. La contraposición entre potencia obe­ diencial y apetito natural innato se daría sólo en el supuesto de incluir en éste último la fuerza natural activa para su realización, es decir, una poten­ cia natural eficaz por sí misma para determinarse positivamente a la conse­ cución de su fin. El pasaje difícil de Frassen admitiría esta formulación: Respecto de la felicidad natural se da una potencia con fuerza natural para logarla. Sin embargo, respecto de la felicidad sobrenatural no hay en la creatura más que una potencia (pasiva natural) que necesita para su realización la inter­ vención libre de Dios, como agente sobrenatural. Queda todavía un punto oscuro en esta especie de exégesis que estoy ensayando. Dice Frassen al final de dicho texto: La felicidad, en cuanto sobrenatural, no se apetece naturalmente con apetito innato, sino sólo (se apetece naturalmente) con apetito elícito. Cabe preguntarse si el apetito elícito de la visión beatífica no es tan ineficaz para conseguirla como el apetito innato, en el supuesto de Frassen, que no ve la necesidad de un auxilio sobrenatural para que se formule un tal deseo53. En realidad Fras­ sen ha hablado de una doble ineficacia del apetito innato respecto del fin sobrenatural: incapaz de conseguirlo por sus fuerzas e incapaz de conocer­ lo sin la revelación. El apetito elícito supone, sin embargo, el conocimiento del fin sobrenatural, por lo que es una tendencia determinada y distinta, aunque sea siempre ineficaz. Se le podría llamar deseo natural (no innato) en cuanto surgiendo de la voluntad sólo mediatamente afectada por la revelación recibida en el entendimiento. El ser tendencia determinada y distinta sería la razón de esa prevalencia que Frassen atribuye al apetito elícito sobre el apetito innato. Se llega así a una última matización del texto, que sería susceptible de ser leído como sigue: Puesto que el hombre respecto de la felicidad sobrenatural sólo posee una capacidad que requie­ re la intervención del agente sobrenatural para realizarse (= potencia obe­ diencial), no puede apetecerla (e. d., tender a ella de modo determinado y distinto) en cuanto sobrenatural, en virtud de su apetito innato. Sí podrá con un apetito elícito (si previamente el entendimiento es sobrenatural­ mente ilustrado con la idea de la felicidad sobrenatural). 52. Cf. arriba, nota 40. 53. Cf. arriba, nota 24.

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