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248 FELIPE F. RAMOS sale del hombre es lo que contamina al hombre (Me 7, 15), podría ser considerado, en el campo de una hipótesis seria —al menos en el escrito fundamental elaborado por el evangelista— como el punto culminante de la actividad de Jesús en Betsaida95. En dicho escrito fundamental vendría después de la curación del ciego (Me 8, 22-26) y del endemoniado epilép­ tico (Me 9, 14-27). Estos dos milagros serían como una parábola en acción, ilustrativa de la primera parte del v. 15: lo que entró en aquellos hombres no sólo no les impurificó sino que fue la causa de recibir la luz de la vida y la liberación profunda. El poder de la revelación, al entrar en el hombre, al ser recibido por éste, produce esta clase de efectos. Claudicaciones particulares (Los catálogos de pecados) Es frecuente encontrar en el NT catálogos de virtudes que deben ser practicadas y de vicios que deben ser evitados. Los autores del NT se sirven de estos clisés, existentes en el entorno cultural del cristianismo naciente, en las filosofías y religiones diversas con las que tiene contacto, para inculcar la recta conducta moral. Encontramos estos católogos en el judaismo helenista, aunque probablemente son de origen estoico. Tenemos unos buenos ejemplos en Rom 1, 24-32 y en Gal 5, 16-23. Como hemos dicho, estamos ante clisés prefabricados. Esto quiere de­ cir que no deben ser entendidos al pie de la letra: no todas las virtudes o vicios mencionados existían en una determinada comunidad o en una de­ terminada ciudad. Por tanto, estos catálogos deben ser interpretados, de una manera general, en relación con la doctrina moral, en la dirección siguiente: la virtud debe ser practicada y el vicio evitado. De ahí que tam­ poco deban hacerse especulaciones sobre el significado concreto de cada uno de los vicios condenados o condenables mencionados en los catálogos. ¿Qué diferencia existe, por ejemplo, entre «discordias, divisiones, disensio­ nes, rencillas»? (Gal 5, 20). Dichos catálogos no consideran estos vicios como pecados específicamente distintos96. Lo llamativo y alarmante, por lo que a los pecados se refiere es que se dan también entre los cristianos. Así lo afirma el apóstol Pablo: Lo que pretendía decir es que no os relacionéis con nadie que, «llevando el nom­ bre de cristiano», sea lujurioso, avaro, idólatra, ultrajador... (1 Cor 5, l l ) 97. Es a ellos a los que el Apóstol se puede dirigir. Pablo no quiere pedir 95. W. SCHMITHALS, o. C., 348. 96. F. F. RAMOS, El Nuevo Testamento. Vresentación y contenido I, Madrid 1988, 68. 97. H. CONZELMANN, Der erste Brief an die Korinther , Göttingen 1969, 121-122.

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