PS_NyG_1990v037n002p0167_0273

DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 245 vuestro: Pablo, Apolo, Pedro, el mundo, la vida, la muerte, lo presente y lo futuro; todo es vuestro. Pero vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios (1 Cor 3, 21-23). La autonomía del hombre no es absoluta o no significa su independencia frente a Dios. Puestas así las cosas, seguimos en el cami­ no recto y continuamos con el mismo interrogante: ¿Puede el hombre, desde el esfuerzo personal en el campo de su competencia, encontrar la respuesta adecuada a su dimensión religiosa? En caso afirmativo habría que contestar lo mismo que respondió Jesús: «lo que sale del hombre le impurifica». Las ideologías, cosmovisiones, sistemas políticos... pueden caer en la trampa de «divinizarse», estableciendo normas ético-morales exigidas por la coherencia con la naturaleza o con algún tipo de divinidad, fato o destino. Esto no libera al hombre. Su interior sigue impurificándolo. Es necesario aceptar a Alguien que venga en auxilio de las deficiencias y anhelos humanos; aceptar la referencia a Cristo y, a través de él, a Dios; aceptar que, además de lo que sale del hombre —lo que él puede crear o producir, las tradiciones o enseñanza humana— hay algo que entra en el hombre y que no puede mancharle: es el mandamiento o la palabra de Dios, la Tradición, la revelación cristiana, con todo su poder purificador y liberador. No aceptarlo así significa seguir bajo la colisión de las tradicio­ nes humanas con la Tradición. Una colisión para superar la cual habría que prescindir de muchas de las mediaciones antiguas. Por ejemplo, de reglas sobre pureza-impureza; de prescripciones y prohibiciones que actua­ sen de forma casi mágica; del control que el magisterio eclesiástico ha ejercido en campos que no son de su competencia, aunque en otros tiem­ pos se haya aceptado o tolerado su intervención. Habría que sustituir la religión cultual, ritual, cargada de mediaciones, por una religión de la interioridad y de la conciencia, lo cual no significaría la condenación de todo aspecto visible. La apuntada por Jesús siguiendo la línea profètica del AT. Aunque el planteamiento difiere, desde las nuevas circunstancias en que vive el hombre, el problema sigue siendo el mismo. Si prevalece la «enseñanza humana» se cae, como en tiempos de Jesús, en el legalismo y en el ritualismo; se deriva hacia el desprecio de Dios, que tiene como consecuencia el desprecio práctico del hombre en nombre de la humani­ dad. Desde una paradoja se camina fácilmente hacia otras93. 93 . W . S c h m ith a ls, o. c.} 348 .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz