PS_NyG_1990v037n002p0167_0273
DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 241 la contradiga. Ello demuestra que Jesús es «dominus et rex Scripturae»89. El ejemplo aducido del Korbán es una ilustración elocuente de la sustitu ción de la ley moral por reglamentaciones mecanicistas. Desde la peculiaridad de la interpretación que Jesús hace de la Escritu ra —desde su autoridad personal— deduce otra conclusión importante: cuando la doctrina religiosa humana entra en colisión con la divina, suplan tándola, se causa también un perjuicio al prójimo. Sin negar el cuarto mandamiento, la doctrina del Korbán iba directamente en contra de él. En lugar del mandamiento de honrar a los padres y cuidar de ellos (Ex 20, 12; Deut 5, 16), los escribas, en su deseo de salvar la validez de los votos, especialmente cuando había por medio derechos eclesiásticos, derechos «de estola», admitían la posibilidad, en casos concretos, de que esta obliga ción principal pasase a ser secundaria y la secundaria ocupase el lugar de aquella. Es la casuística rigurosa, inhumana y sin entrañas que hemos visto aplicar cientos de veces en nuestra religión y en otras a lo largo de la historia. Jesús lo condena abiertamente: Anulando así el mandamiento de Dios con esa tradición vuestra, que os habéis transmitido (Me 7, 13). V . U n iversalización del principio cristiano En la expresión: Y hacéis otras muchas cosas semejantes o como éstas , Jesús rechaza no sólo la sentencia sobre el Korbán —que dejó de aplicarse muy pronto— sino que condenó, por principio, la tradición de los escribas, incluyendo en ella lo relativo a las purificaciones rituales de las manos... ¿Rechazaba también todas las leyes del Levítico sobre la pureza ritual, que eran una parte importante de la Torá? Probablemente sí. El del Korbán es un ejemplo que puede ser aplicado a otros casos, como afirmamos más arriba. En todo caso, se establece como principio general la doble alterna tiva: «lo que sale del hombre» y «lo que entra en el hombre». Esto significa un progreso en relación con su primera manifestación. Lo primero significa el auto-afianzamiento del hombre en el campo religioso. El hombre, tam bién en el terrezo religioso, sería un ser soberano y autónomo. Su conoci miento y obras en el campo religioso son la expresión de su auto-afirma ción religiosa. Esto le impurifica. La otra alternativa, «lo que entra en el hombre» va más allá de sus posibilidades limitadas y acepta algo que viene de fuera de sí mismo; acep ta la tradición divina, la Tradición, el mandamiento o la palabra de Dios. 89. E. H a en c h en , Der Weg Jesu, Berlin 1968, 267-268.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz