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236 FELIPE F. RAMOS Las manifestaciones múltiples del magisterio de la Iglesia constituyen la doctrina de la Iglesia. Doctrina siempre revisable, al menos en cuanto a su formulación, porque todo su valor y vigencia se hallan justificados desde su servicio a la palabra de Dios. Ahora bien, ésta permanece para siempre, trasciende el tiempo y las circunstancias y expresa lo esencial de la fe cristiana. Por el contrario, la doctrina de la Iglesia se halla condicionada por el tiempo y las circunstancias, que la relativizan. La falta de claridad en ambas cosas ha llevado a confundir el credo del pueblo de Dios con la doctrina de la Iglesia. ¡Un error craso! A él contribuyó en gran medida la comparación de «la sana doctrina» con un depósito en el que debe ser conservada (cartas pastorales). La comparación no fue ni mucho menos afortunada. En todo caso, también aquí debe tenerse en cuenta que los múltiples materiales guardados en un depósito son utilizables en la medida en que sirven para cubrir las necesidades existentes en el momento actual. Muchos de ellos jamás son utilizados, aunque lo hayan sido en otros tiempos (En estos casos habría que investigar en qué sentido y desde qué aspectos lo fueron). La coincidencia entre la «doctrina de los apóstoles y la de la Iglesia» se justifica sólo en la medida en que la doctrina de la Iglesia explica el anun cio de la fe, sus fundamentos, su finalidad, el lenguaje adecuado con el que debe ser expresado... En un alarde de celo desmedido se fabricó la cerca o valla farisea para evitar la desobediencia a la ley o a los mandamientos85. Nosotros podemos rasgar farisaicamente las vestiduras al pensar en los 613 mandamientos que contabilizaban algunos rabinos contemporáneos al NT o en tantos precep tos como huesos tiene el cuerpo humano (subyace en esta imagen la nece sidad que tiene el hombre de aferrarse a dichos mandamientos, de forma paralela a como los huesos son necesarios en el cuerpo humano para que éste no quede reducido a un montón de carne). Y ¿qué pensar de los 2414 cánones del antiguo código de derecho canónico o de los 1752 del actual? La cerca levantada para proteger la ley cristiana fue tan alta y tupida que logró ocultar el verdadero mensaje de la libertad cristiana, la que tene mos en Cristo. Sin pretensión de exhaustividad ofrecemos los ejemplos siguientes: 1.° La regulación matemática de la satisfacción que el hombre debía dar a Dios por los pecados cometidos, teniendo en cuenta la gravedad de los mismos, el número y las circunstancias en que se cometieron. El hom bre estaba construyendo su propia religiosidad, colocándose petulante- 85. EWNT III, col. 50.
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