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234 FELIPE F. RAMOS embargo, en la práctica, tenían tanta autoridad y no menor dignidad que la Escritura misma81. En los tiempos del NT, los guardianes de estas tradiciones eran los fariseos. Los «hermanos» de la fraternidad farisea se obligaban al exacto cumplimiento de la ley mosaica para poder presentarse dignamente ante la justicia de Dios. Esta era entendida por ellos como una justicia distributiva : Dios da a cada uno según sus obras. Desde este principio surgió la cerca para proteger a la ley o halaka (normas para «caminar» o normas legales de conducta). El conocimiento exacto de estas tradiciones de los mayores constituía una verdadera especialidad. La cuestión de la validez de estas tradiciones le es presentada a Jesús por los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Estos escribas venidos de Jerusalén constituyen la comisión investigadora, que actúa con el asesoramiento local de los fariseos, verdaderos espias en el caso presen te82. Aquellos inquisidores de turno —como los de cualquier época— se fijaban en las cosas pequeñas, en la casuística, en la cerca de la ley. No valoraban las cosas grandes, los principios, la ley como expresión de la voluntad de Dios. Veían las cosas pequeñas, no las grandes. No veían ni a Jesús ni a sus discípulos. Veían a unos transgresores de la ley, que no se lavaban las manos antes de comer. La concentración de la mente en las cosas pequeñas crea una incapacidad radical para contemplar las grandes. La proliferación de las prescripciones y de las prohibiciones como cerca de la ley termina por oscurecer el verdadero rostro de la ley. Los árboles, una vez más, impiden ver el bosque. Dentro de la concepción del evangelio, la «tradición» es sinónima de «enseñanza», aunque ésta fuese transmitida oralmente83; es presentada como «vuestra tradición», enseñanza humana que entra en conflicto y su planta a la palabra o mandamiento de Dios. Hemos transcrito más arriba los tres versículos centrados en este pensamiento. El centro de gravedad de la escena no está en los ritos de purificación —ya que éstos no quebran tan ningún mandamiento de Dios, que es la acusación que les hace Jesús— sino en una religiosidad que el hombre se fabrica desde sí y para sí. Por eso, «la doctrina humana» no se refiere a determinados pensamientos, palabras o acciones. Comprende todo el mundo del pensamiento religioso. 81. W. SCHMITHALS, o. c.} 344, citando a STRACK-BlLLERBECK I, 691. 82. Interpreter’s Bible. Comentario a Marcos, in loco. 83. Es interesante la terminología con la que se la designa: «es enseñada, transmitida, recibida, observada, acogida»; «se camina según ella», «se la quebranta». En el mundo griego la parádosis significa «tradición en un sentido muy amplio». Su reducción al terreno de la regulación o de las normas se produjo en el judaismo merced a la estrecha unión entre la tradición y la Torá. La tradición era la halaka (EWNT III, 49; Billerbeck I, 691-694).
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