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232 FELIPE F. RAMOS La sentencia de Jesús es llamada «parábola» por sus discípulos, cuando le preguntaron por su significado (Me 7, 17). El término parabolé, mashal en hebreo, designa aquí dos cosas: 1.a una sentencia enigmática que nece sita explicación y 2.a una comparación, al estilo de las parábolas clásicas. Así ha sido pensado por el evangelista, si tenemos en cuenta el enmarca- miento de la misma: introducción propia de las parábolas (v. 14) y conclu sión característica de las mismas (v. 16). El significado concreto de esta frase abstracta de Jesús será descubierto únicamente si tenemos en cuenta la larga sección en cuyo contexto hoy la encontramos. El evangelista la considera como la culminación del debate de Jesús con los fariseos y escribas, al estilo de las discusiones de Jesús recopiladas por Marcos en sus dos célebres colecciones y que alcanzan su culminación en una frase que sintetiza el contenido de las mismas77. Las circunstancias situacionales nos harían pensar que Jesús se pronun cia sobre la cuestión de la pureza o impureza legal de los alimentos. Pero, ya «a priori», cabría preguntar si esta cuestión es de tanta importancia como para figurar en el evangelio. Un tema como éste, ¿justifica su inser ción en el evangelio, que debe trascender el tiempo y el espacio? La cues tión como tal ¿es evangelio o sirve solamente de soporte para el mismo? Las pistas que nos ofrece el evangelista van en otra dirección. El nos ofrece la clave para la interpretación de la escena en otras palabras: Vosotros dejáis a un lado el mandamiento de Dios y os aferráis a la tradición de los hombres (Me 7, 8). Paralelamente a lo afirmado en este versículo, se nos repite en el v. 9: \Qué bien anuíais el mandamiento de Dios para conservar vuestra tradición\ Si atendemos a lo que se afirma en el versículo 13: anu lando así el mandamiento de Dios con esa tradición vuestra, que os habéis transmitido , nos daremos cuenta de que el denominador común de toda la sección lo constituye la contraposición entre el mandamiento de Dios y la tradición de los hombres o vuestra tradición. Lo puro o impuro, lo que une a Dios o separa de él, no depende de la práctica de un determinado ritual de purificación. Dicho de otro modo, la cuestión planteada a Jesús, bajo la apariencia de lo puro o impuro —que es lo que provoca la pregunta o disputa con Jesús— tiene su centro de gravedad en aquello que une al hombre a Dios o en lo que le separa de é l78. 77. El centro de gravedad sería el v. 15, ampliado después editorialmente y mediante la adición de otra clase de material, lnterpreter’s Bible, Comentario a Markos in loco. 78. Frente a las tradiciones asfixiantes, Jesús establece como principio fundamental que la relación con Dios es cuestión del corazón. Si el corazón está ausente, si el hombre en su totalidad no se siente implicado y complicado en la relación con Dios y lo que ella comporta, los lavatorios no purifican y la observancia de las tradiciones de los antiguos lo único que
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