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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 231 bilidades para nosotros. Sin embargo, nosotros no cargamos tanto las tintas a la hora de describirlas. Esta forma de ver las cosas no es exclusiva del mundo joánico. Se halla ampliamente difundida en su época. En Filón de Alejandría leemos la ex­ presión siguiente: «¿Cómo pueden reverenciar al Dios invisible aquellos que no muestran reverencia a los padres, que están cercanos, y a quienes ven con sus propios ojos?». A propósito del juicio final leemos en el evan­ gelio de Mateo: Y e l Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de mis hermanos menores, a m í me lo hicisteis (Mt 25, 40). Una sentencia atribuida a Jesús, de la que no tenemos referencia en el NT reza así: «habéis visto a vuestro hermano, habéis visto a vuestro Dios». El «mandamiento» al que se refiere la primera de Juan tiene dos facetas: Dios y el prójimo. Es lo equivalente al doble mandamiento de la tradición sinóptica. La única diferencia es que la primera de Juan no da prioridad al mandamiento de amar a Dios. Si hay alguna prioridad práctica es la del amor al hermano. Colisión de tradiciones El título hace referencia a las tradiciones humanas y a las divinas. Esta­ mos moviéndonos en el campo religioso. Que entre ambas tradiciones pue­ dan darse fuertes y excluyentes colisiones no es sólo una posibilidad con­ templada en el campo de la teoría, sino una lamentable realidad comproba­ ble sin necesidad de salir a la calle. Para situarnos, desde el principio, en la perspectiva adecuada para la comprensión del problema, digamos que las tradiciones divinas deben ser escritas con mayúscula. Las tradiciones divinas son la Tradición. Por el contrario, las tradiciones humanas seguiremos escri­ biéndolas con minúscula. Las tradiciones humanas son la tradición. I. E l p en sam ie n t o c en t r al Jesús abordó en profundidad el tema de la colisión de tradiciones en una sentencia de excepcional importancia: Nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda mancharle. Lo que sale d el hombre es lo que contamina al hombre (Me 7, 15). La importancia de esta sentencia no se queda en el nivel de la historia de las religiones, sino que alcanza un nivel universal 763. 76a. J. WEIS, «Was Jesús hier sagt, ist von grósster religionsgeschichtlicher weltgeschich- tlicher Bedeutung», citado por W. SCHMITHALS, Das Evangelium nach Markus I, en GTB, Siebenstern, Würzburg 1979, 343.

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