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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 225 si tenemos como lema de nuestro vivir el mandamiento nuevo. No llegamos a él por medio del éxtasis ni por el camino de la visión, desentendiéndonos de las realidades concretas. La presencia de Dios en nosotros, nuestra comunión con él, es un regalo: Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios y lo seamos de verdad. Por eso el mundo no le conoce a él (1 Jn 3, 1). Como el regalo más valioso, debe ser custodiado aplicando las máximas medidas de seguridad, que se traducen en la conducta moral adecuada, cuya expresión suprema es el mandamiento nuevo. Se acentúa de manera singular la gratuidad divina de su presencia destacando a Dios como suje to: Dios permanece en nosotros. El autor de la primera carta de Juan prefie re, en cualquier caso, la fórmula en la que el sujeto somos nosotros: Quien dice que permanece en él, debe andar como él anduvo... En cuanto a vosotros, el Espíritu que habéis recibido de él permanece en vosotros y no tenéis nece sidad de que nadie os enseñe; antes bien, ese Espíritu, que es fuente de verdad y no de mentira, os enseña todas las cosas. Así, pues, conforme a lo que os enseñó, permaneced en él... Todo el que permanece en él, no peca; y todo el que peca, no le ha visto ni le ha conocido (1 Jn 2, 6. 27; 3, 6). En las fórmulas que expresan la inmanencia mutua el sujeto es indistin tamente Dios o nosotros: El que guarda su s mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él... Conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos dio su Espíritu... Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios... El que vive en caridad permanece en Dios, y Dios en él (1 Jn 3, 14a; 4, 13. 15. 16b). 5.3. La plenitud de su amor La tercera parte del versículo del que partimos: Y su amor ha llegado a nosotros a su perfección (1 Jn 4, 12c) es más compleja en cuanto a su significado. ¿Es que el amor de Dios no es completo sin nosotros? El interrogante se halla justificado desde nuestra mentalidad occidental; desde una concepción filosófica de Dios. Según ella, el hecho de que el amor procede de Dios, más aún, de que Dios es amor, hace pensar que su amor es perfecto independientemente del hombre, sin referencia alguna a nues tro mundo. Esta filosofía se halla muy distante del pensamiento joánico. El autor de la primera carta de Juan afirma de una manera terminante que el amor de Dios llega a su plenitud en el amor mutuo. Nos ha dicho que Dios ha demostrado el amor en la misión de su Hijo. Esta manifesta ción del amor divino se realizó en el tiempo, pero existió antes del tiempo. El pensamiento joánico tiene como punto de partida que la palabra existía
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