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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 219 El odio quita la vida al prójimo; el que ama la da por él. Esa es la diferencia. El amor de Jesús le llevó a entregar la vida por aquellos a los que amaba: el buen pastor da la vida por sus ovejas... Tengo otras ovejas que no son de este redil... Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita; soy yo quien la doy de mí mismo (Jn 10, 11b. 15. 17s). 3.4. La ayuda cotidiana La entrega de la vida hasta la muerte, el acto heroico del amor por la causa cristiana en sus diversos aspectos, ocurrirá pocas veces. Quienes lle garon a ese extremo lo consideraron como una gracia extraordinaria de Dios. No a todos les es concedida la gracia de ser testigos cualificados de Cristo sellando su testimonio con la propia sangre. Lo normal es que la ayuda exigida desde los postulados del amor fraterno se traduzca en he chos concretos y normales, en la ayuda cotidiana. El necesitado debe ser ayudado con los bienes de este mundo65. El hacer partícipe a los demás de los bienes propios significa más que la caridad hacia ellos. En su sentido cristiano es la ética cristiana aplicada al ordenamiento económico de la sociedad. Desde este punto de vista, la religión más encarnada, la más «materialista» de este mundo es el cristia nismo. Su ética establece el encuentro necesario con el necesitado como el motivo principal de un ordenamiento económico verdaderamente cristiano (Sant 2, 15-17). Las afirmaciones del texto de Santiago, al que acabamos de citar, deben hacerse compatibles con la motivación fundamental que las hace surgir: el amor de Dios . Lo dice expresamente el v. 17: La f e sin las obras es muerta; la f e se hace operante por la caridad. Y al aducir esta motivación, la ética cristiana rechaza un ordenamiento económico motivado exclusivamente por el deseo de servir al hombre. Sin una fundamentación religiosa, como el amor de Dios, dicho deseo resulta sumamente quebradizo67. 65. K. W e n g st, o . c ., 151-152. 66. La palabra griega es bios, que significa «lo necesario para el sustento», «los bienes propios». Un buen ejemplo nos lo ofrece Me 12, 44: el óbolo de la viuda, que echó en el cepillo «todo cuanto tenía», «todo su sustento». Se trata de algo necesario para la vida, de algo que debe ser participado con la vida misma. Para los cristianos, la propiedad privada, como don de Dios que es, es un elemento vital en la participación de la vida con el prójimo. Este es el sentido de la comunicación de bienes o de la koinonía. 67. EWNT I, 3e, el estudio de agápe en la carta de Santiago, col. 28.
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