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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 215 III. E xteriorización d el amor Hijos míos, no nos amemos de palabra o de lengua, sino de obra y de verdad (1 Jn 3, 18). La realidad exigida por el texto bíblico es tan evidente que no necesita­ ría explicación alguna. El refranero castellano lo ha formulado así: «obras son amores, y no buenas razones». Evidente. A pesar de la evidencia obje­ tiva del texto, una reflexión sobre el mismo puede ayudarnos a su mejor comprensión y, en definitiva, a una inteligencia más adecuada de la vida cristiana. Es lo que intentaremos hacer siguiendo los pasos siguientes: 3.1. E l contexto inmediato La insistencia en el amor de obras viene provocada por el versículo inmediato anterior: E l que tuviere bienes de este mundo, y viendo a su hermano pasar necesidad le cierra sus entrañas, ¿cómo mora en él la caridad de D ios? (1 Jn 1 Jn 3, 17). El autor de la carta, al hacer esta afirmación, no habla desde el terreno de los principios. El tiene delante la experiencia concreta y sangrante de los enemigos contra los que escribe59. Dichos enemigos afirmaban que las acciones o las obras, la conducta, no eran importantes para la salvación. Ellos se gloriaban de poseer la vida eterna por medio de la fe en Cristo. No aceptaban que las obras son el fruto necesario de la fe, como expone con tanta claridad como profundidad el apóstol Pablo. La afirmación del autor de la primera de Juan sobre el amor práctico va dirigida directamente contra ellos. A lo largo de todo este documento extraordinario de fe cristiana original se insiste en que el amor, la verdad y la luz describen la realidad manifestada por Dios en Cristo. Realidad que deben apropiarse, a través de la fe, los llamados a ser hijos de Dios. En la misma línea nos apunta otro texto importante de dicho documento de fe (1 Jn 2, 9-11). El último texto citado habla de la absoluta incompatibilidad entre la pretensión de estar o vivir en la luz con el odio al hermano. Son dos realidades o aptitudes que mutuamente se excluyen. El odio al hermano, el desinteresarse de él, es signo de vivir en las tinieblas. Del mismo modo 59. Esta primera carta siempre tiene delante a los gnósticos y a la filosofía gnóstica, que se había introducido en la comunidad joánica.

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