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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 209 por distintas causas, perjuicio en los frutos, aplazamiento de los pagos por una enfermedad grave... 54a. La novedad radical del mandamiento del amor es que nace de «la palabra que habéis oído»; surge de la Palabra; es consecuencia de la Pala­ bra; es la novedad de la Palabra en cuanto que ella es la última interven­ ción de Dios en nuestra historia: la realización de la presencia de Dios en nuestro mundo. ¿Cabe mayor novedad? Dios se hace presente en nuestro mundo por su amor incondicional al hombre (Jn 3, 16). De esta manera lo «viejo» pasa a ser la realidad mundana; lo «nuevo» designa la realidad divina, hecha presente en el mundo de la mejor manera posible. El mandamiento del amor mutuo no es «nuevo» sino «antiguo». El aspecto positivo de la afirmación no está, por consiguiente, tanto en la novedad como en la antigüedad. ¿A qué se refiere dicha antigüedad y por qué se insiste tanto en ella? El autor de la carta se halla frente a una o unas comunidades que se desentendían de los demás; que pertenecían al «mun­ do de arriba», y vivían un cristianismo «desencarnado». Al recordarles el mandamiento nuevo, lo consideraban una «novedad» o innovación de últi­ ma hora. El autor de la carta afirma que no se trata de novedades. Es un manda­ miento «antiguo», viejo. Desde que fue formulado como el mandamiento nuevo por el Señor hasta el momento en que escribe nuestro autor habían transcurrido más de 60 años. Esto es lo que hacía del mandamiento nuevo un mandamiento antiguo. Pensemos que, en la enunciación del manda­ miento nuevo en el evangelio de Juan, es llamado simplemente «nuevo». Para el autor de la carta es «nuevo», pero ya es muy antiguo, es viejo, se remonta a los mismos orígenes cristianos; por eso afirma que dicho manda­ miento «lo tenéis desde el principio», es decir, está en el origen mismo del ser cristiano. En consecuencia, no se puede renunciar a él sin claudicar en algo que pertenece a la esencia más pura del cristianismo (1 Jn 2, 7). El mandamiento nuevo, «que tenéis desde el principio», y que se iden­ tifica con «la palabra que habéis recibido», afecta a la comunidad en cuan­ to tal; en su cumplimiento o abandono se juega el ser o no ser de la comunidad cristiana; no forma parte de una posibilidad entre otras por las que libremente se puede optar; constituye el fundamento mismo de la existencia cristiana, porque se trata de una realidad no creada por ellos, sino que surgió en ellos como consecuencia de haber escuchado la palabra y por exigencias de dicha palabra debe ser cumplido. 54a. P. LAPIDE, Er predigte in ihren Synagogen. Jüdische Evangelienauslegung , Würzburg 1982, 93-95: Die Summe del Bibel.

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