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198 FELIPE F. RAMOS más o menos inconexas, más o menos incomprensible. La fe es una rela­ ción vital. Debe situarse en el terreno de la existencia. Es la reflexión teológica la que tiene competencia en el campo de las esencias. El fundamento último de la fe lo tenemos el la misión del Hijo por el Padre: — Jesús es enviado por el Padre: En verdad, en verdad os digo, que el que escucha mi palabra y cree en e l que me envió, tiene la vida eterna y no es juzgado porque pasó de la muerte a la vida (Jn 5, 24; 5, 38; 6, 29). — Jesús ha salido, es decir, ha venido, del Padre: Pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo he salido de Dios... En esto creemos que has salido de Dios (Jn 16, 27. 30). — Jesús está en el Padre y el Padre está en él (Jn 14, lOs). — Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido al mundo (Jn 11, 27). El evangelio de Juan se propuso manifestar a Jesús como el enviado del Padre. Aquel en quien Dios se manifiesta y comunica. Aquel que, por ser su palabra eterna, habla al hombre con toda la autoridad propia de Dios. La fe tiene su fundamento y su base última en la autoridad de Dios mismo, que se nos ha manifestado en su Hijo. De ahí que creer en Jesús y creer en Dios aparezcan como dos actitudes o realidades intercambiables (Jn 12, 44; 14, 1). Ahí reside la grandeza de la fe. También se encuentra ahí la paradoja y el escándalo de la misma: que Dios se haya manifestado en un hombre cuyo origen es conocido (Jn 6, 42. 50). El significado de su muerte y resurrección es aquí secundario. 3.5. Otras formas de hablar de la f e Nos referimos a estas otras formas de hablar de la fe porque ellas son otras referencias del fundamento sólido de la misma. Se trata de descrip­ ciones simbólicas o metafóricas utilizadas para demostrar la unión del cre­ yente con Jesús. En lugar de «creer» se habla de: «venir a Jesús» (Jn 5, 40; 6, 35. 37. 44s. 65) «beber el agua que él ofrece» (Jn 4, 13s) «seguirle»: ...el que me sigue no anda en tinieblas (Jn 8, 12) «amarle»: si me amáis, guardaréis mis mandamientos... (Jn 14, 15. 21. 23s). Estas formas de hablar de la fe debieran conjugar cualquier tipo de reduccionismo en el terreno de la misma o de su tergiversación, en la doble dirección más frecuente: en la del intelectualismo, que la considera

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