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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 197 salvación. La fe consiste en creer que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos (Rom 10, 9); significa creer que Jesús murió y resucitó: Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios, por Jesús, tomará consigo a los que se durmieron en él (1 Tes 4, 14); significa que Jesús es el santo de Dios (Jn 6, 69); significa que Jesús es el Hijo de Dios (Jn 20, 31). La fe cristiana no significa creer en una divinidad distinta43, sino creer que Dios ha actuado y se ha manifestado con todo su poder salvador únicamente en Jesús. Por eso, la fe en Jesús es necesariamente la fe en Dios, apoyarse en la Roca (Sal 18, 3). La inseparabilidad de Dios y de Jesús o de Jesucristo en la confesión de la fe cristiana pone de manifiesto el aspecto más esencial de la misma: la aceptación de la actuación salvadora de Dios en Cristo y a través de él. El único que tiene el poder absoluto, una competencia absoluta y total, en el campo de la salvación es Jesús, porque así lo dispuso el Padre (Jn 17, 2). La fe es la inmersión del hombre en el mundo de la gracia y de la salud, en el acontecimiento salvador. Este aspecto esencial de la fe se halla muy por encima de una consideración excesivamente intelectualista de la misma, que la había definido como «creer lo que no vimos» o aceptar unas verdades porque Dios las había revelado y la Iglesia salía garante de ellas. Evidentemente que este aspecto no puede ser olvidado ni, mucho menos, menospreciado. En algunos pasajes del NT está claro que, al hablar de la fe, se hace referencia al objeto o contenido de la misma. El mismo Pablo la presenta también así: Sólo oían decir: E l que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la f e que antes pretendía destruir (Gal 1, 23). En este texto, la fe que Pablo pretendía destruir es sinónima de la nueva religión. En la misma línea se hallan otros textos (Hech 6, 7; 1 Tim 1, 19). La fe es inseparable de la omologuía o confesión de la misma. Confesar que Jesús es el Señor (Rom 10, 9-10) significa reconocerlo como «mi» Señor y, por tanto, considerarme sometido a su señorío; significa la auto- comprensión de toda mi existencia y de mi conducta determinadas por esta confesión. 3.4. La f e en el Enviado Las «verdades» o dogmas son válidos en cuanto medio de expresión de la verdadera fe. No tienen valor absoluto en sí mismas. Debe corregirse la tergiversación de la fe en la línea de aceptar unas determinadas verdades, 43. TWNTVI, 211; EWNTin, col. 223-224.
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