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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 191 de Jesucristo crucificado, implicaban menores o nulas exigencias ético-mo- rales. Ambos aspectos favorecían la seducción o fascinación. De esta forma se estaba anticipando una realidad constante a lo largo de la historia, que podría titularse así: paso de un evangelio (evangelio en cuanto noticia salva­ dora) a otro. Mencionamos a continuación los evangelios alternativos más frecuente en nuestros días: 1.° E l moralismo. Muchos piensan que el evangelio debe ser unas nor­ mas sencillas y prácticas para vivir, al estilo de la llamada «regla de oro»: Tratad a los demás como queráis que ellos os traten a vosotros, porque en eso consisten la ley y los profetas (Mt 7, 12). Mediante el moralismo de las normas concretas se desacredita la seriedad y la necesidad de la reflexión teológica y la profundización bíblica, sustituyéndolas por guías prácticas, más o menos cambiantes, según las exigencias de cada momento. Para quienes así piensan, el cristianismo es poco más que una colección de verdades que hay que aprender; reglas, que es preciso observar; cualida­ des, que deben cultivarse, y puntos de vista, que deben ser tenidos en cuenta. La vida es demasiado rica y compleja como para querer reducirla a unas normas para facilitar el tráfico humano. El evangelio es demasiado rico y denso como para reducirlo a un moralismo fácil que, a la hora de la verdad, resuelve muy poco o casi nada. El moralismo ha perjudicado gravemente a la vida de la Iglesia, tergiversando el evangelio, apartándose de él a fuerza de querer «domesticarlo» haciendo que diga lo que nos conviene35. 2.° E l humanismo. Es la segunda alternativa al evangelio de Jesucristo. La palabra es una etiqueta que puede ser aplicada a distintos conceptos. Aquí la entendemos en toda su amplitud. Se refiere a la consideración de Jesús como expresión y anticipación del ideal humano de perfección o como un filósofo que enseña que nosotros no podemos resolver todos nuestros problemas... De humanismo se revisten hoy muchas formas de materialismo, secularismo e idealismo, cuyas esperanzas sueñan en una ple­ nitud de la vida humana sin contar con Dios para nada. Las voces oscuras o ardientes que intentan, desde dichos aspectos, descifrar el misterio de la vida humana, lo único que consiguieron fue una total frustración de sus propias vidas. La aceptación de una especie de panteísmo, que desemboca 35. Una forma moderna de moralismo es un pastoralismo fácil y de zurrón, moral pasto­ ril, que lleva la reducción del evangelio a unas normas de acción pastoral en el mundo industrial, marítimo, agrícola, penitenciario... Es una alternativa pobre y depauperadora del evangelio. Quienes se refugian en él no son menos insensatos que los gálatas.

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