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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 187 Este radicalismo en la opción no debe extrañarnos después de lo ex­ puesto en el punto anterior sobre la mentalidad del judaismo rabfnico. Algunas de sus afirmaciones son tan «pueriles» que nos hacen reír. Pero es importante traer a la mente que hubo, y hay, épocas en la vida de la Iglesia en las que la ley ha sido igualmente magnificada y absolutizada. Se ha funcionado con la teología de la ley, que ha suplantado a la teología de la gracia. Se ha intentado la entrada en el Reino o en la Vida mediante una violencia física desmedida, justificada abusivamente desde el mismo evan­ gelio (Mt 11, 12); mediante unas prácticas crueles aplicadas despiadada­ mente, como las penitencias a base de «disciplinas» y «cilicio»; a través de unos procedimientos pelagianos que intentaban lograr el acceso a la vida de la gracia por pura fuerza, por el esfuerzo humano; mediante mortifica­ ciones desmesuradas más próximas al masoquismo que al cristianismo... No podía acercarse al banquete de la eucaristía aquel que hubiese pasado una gota de agua desde las doce de la noche antecedente a la «asistencia» a la misa. Si hay alguna diferencia de esta mentalidad y praxis con el judaismo fariseo, ésta sería más favorable a los teólogos judíos que a los moralistas cristianos. Frente a aquellos y a estos excesos, Pablo pone de relieve como res­ puesta del hombre la obediencia de la f e (= akoé písteos). Pablo ha sido constituido Apóstol para predicar la obediencia de la fe (Rom 1, 6)29. La palabra akoé , que traducimos en nuestro texto por «predicación», tiene dos grandes significados: la transmisión de aquello que ha sido oído, lo oído, lo que debe ser oído y, en segundo lugar, aquello que, sobre la base de la revelación, conocemos como palabra de Dios. La palabra akoé se identifica así con el evangelio o con la palabra de Dios, insistiendo de forma singular en el origen de la predicación. Pablo estaría diciendo, en consecuencia, que los gálatas oyeron el anuncio de la fe, lo aceptaron obe­ dientemente y, sobre esta base, recibieron el Espíritu Santo, no sobre la base de las obras. El sentido de nuestro vocablo queda precisado por el genitivo al que rige: la predicación de la fe. Este genitivo debe ser entendido en el sentido objetivo del contenido de la fe, como lo dice otro texto de Pablo: la f e es por la predicación y la predicación por la palabra de Cristo (Rom 10, 14-17: la fe se despierta mediante la predicación, y ésta por la palabra de Cristo). 29. La palabra griega akoé significa audición, aquello que es oído, el anuncio o la predi­ cación. En la obediencia de la fe, akoé písteos (= akoé = obediencia) se acentúa que aquello que ha sido oído debe ser transmitido. Que no es sólo para quien recibe la audición de la palabra por primera vez. Ella expresa, por tanto, la predicación o el anuncio cristiano que exige ser aceptado en la fe.

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