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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 185 muerto impurifica ni el agua purifica, sino una palabra del Altísimo, en cuyos fundamentos no se puede investigar»24. Así se expresaba R. Yojanan. Y otra célebre frase suya suena así: «Los profetas y los escritos cesarán, los cinco libros de la ley no». Desde esta preeminencia de la ley se explican algunas deducciones «pueriles» que los rabinos hacían: Dios mismo está vinculado a ella; duran te las tres primeras horas de la jornada Dios se sienta para ocuparse de la ley (si bien es cierto que son expresiones metafóricas, cuyo sentido no puede apurarse, sirven, al menos, para subrayar el valor absoluto de la ley). El Mesías no traerá otra ley. Estudiará y observará la Torá; llevará al descarriado al cumplimiento de la misma y comunicará a los gentiles una parte, al menos, de la ley. Nada de particular, por tanto, que se atribuya a la ley el papel de mediación única en el tema de la relación de Dios con el hombre e incluso en la relación de Dios con el mundo: «Cuando dos están sentados ocupa dos con las palabras de la ley, la Shekina está en medio de ellos». «Cuando alguien compra algo valioso en el mercado, no adquiere también al propie tario. Pero Dios ha dado la Torá a Israel y le dice: Hasta cierto punto me recibes a m í»25. Toda otra relación entre Dios, por una parte, y el hombre, Israel y el mundo, por otra, se halla subordinada a la ley. La Torá es «el instrumento por el cual fue creado el mundo». En la creación del mundo, Dios se asesoró de la Torá; ella es como una maestra de obras para cada una de las realizadas en la creación. El hombre, el mundo e Israel fueron creados por ella. Sin ningún miedo a exagerar puede decirse que la clave para la supervivencia religiosa del judaismo fue la T o rá26. Desde la óptica anterior se comprende que se atribuya a la Torá el poder de separación entre los hombres. Israel y los paganos se distinguen por la posesión o no posesión, respectivamente, de la ley. Es cierto que fue formulada en 70 lenguas y ofrecida a todos los hombres, pero no la recibie ron y, en cualquier caso, no la cumplen. El fin de la ley es indicar al hombre las acciones u omisiones gracias a las cuales puede conseguir la aprobación de Dios, la justicia y, con ella, la vida si obedece la Torá. Por eso la Torá significa la vida. Más aún, en la Torá se contiene el mundo futuro. Del R. Simeón (en torno al año 150) es la expresión siguiente: «Así habla Dios a los hombres: mi ley está en tu 24. TWNT IV, 1049. 25. TWNT IV, 1049. 24. TWNT IV, 1049.
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