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182 FELIPE F. RAMOS la vista? Sólo hay una tienda donde se venden todos estos artículos: Cristo. Es preciso acudir constantemente a él y dejarse regalar por él con todo aquello que nos falta. Hemos llegado a esta interpretación después de un largo rodeo. Era necesario. Y no se trata de una simple acomodación piadosa. Basta evocar las exigencias que se imponen a los cristianos de Laodicea —a los que se dirige el Vidente en la persona del dirigente o responsable principal de la comunidad— en el texto de la carta: sé ferviente y arrepiéntete; estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo; al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono; yo, a los que amo, los reprendo y corrijo (Apoc 3, 19-22)19. La tibieza es aplicada a los «contemporizadores». Estos son los creyen tes «acomodaticios» e incluso los «vergonzantes». Creemos que se ha inter pretado muy mal la frase del Apocalipsis cuando se ha dicho que, según el Vidente, era preferible la frialdad del pecado y de la increencia a una fe «tibia». A los ojos de Cristo, la fe, aunque sea como un grano de mostaza, es la riqueza y el poder mayor del hombre. Evidentemente que él prefiere una fe «pequeña» a una increencia grande...20. Este planteamiento del libro del Apocalipsis es muy próximo, si no coincidente, con el que hace Pablo sobre la f e y las obras. La actitud del cristiano es la fe. El evangelio de Juan lo llama «permanencia» en Jesús, como la del sarmiento en la vid: permanecer en su palabra, permanecer en su amor, guardar sus mandamientos (Jn 15, 4. 7. 9. 10; 8, 31). Santiago, en su carta, explicita este pensamiento afirmando que la fe sin las obras es una realidad muerta (Sant 2, 17. 20. 26). El creer cristiano, la fe, tiene siempre, explícita o implícitamente, tres momentos', una mirada hacia atrás (a lo hecho por Dios en Cristo para la salud del hombre); una mirada al presente (lo que Dios hizo, sigue hacién dolo, lo hace ahora, aquí y para mí); mirada al futuro (pensamiento en lo que Dios hará. Viviremos con él. De ahí que aparezca necesariamente, junto a la fe, la esperanza). La fe como continua referencia a la gracia de Dios y como inclusión y participación en ella no desaparecerá nunca. Unicamente podría hablarse de la llegada a su plenitud, a la visión. La fe tibia o la tibieza de la fe es aquella que prescinde, un poco o un mucho, de la iniciativa salvífica de Dios —que toma siempre la delantera 19. J. B ehm , Die Offenbarung des Johannes, en DNTD 1956, 26. 20. Ibid.
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