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DESFIGURACION DE LA VIDA CRISTIANA 181 1.4. La f e «tibia» Uno de los textos más desconcertantes del libro del Apocalipsis es éste: Conozco tus obras y no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o calien­ te! Pero eres sólo tibio, ni frío ni caliente, y por eso voy a vomitarte de mi boca (Apc 3, 15s). ¿En qué consiste la tibieza? Es evidente que las palabras del Apocalipsis tienen un sentido metafórico, pero ¿cuál es? Se parte del presupuesto que el agua debe estar fría o caliente para que sirva o bien para refrescar la sed o bien para otros múltiples usos. En cambio, al no estar ni fría ni caliente, no sirve para nada. ¿No hemos estado alguna vez a punto de vomitar cuando, al beber agua, la hemos encontrado «tibia»? En todo caso, la hemos echado fuera. Desde este punto de partida, la palabra es utilizada en sentido metafórico y es aplicada a la iglesia de Laodicea. Se dice de ella que no es como debe ser. Se ha preocupado por enriquecerse materialmente y asegurarse espiritualmente mediante el cum­ plimiento de las obras mandadas. Pero de este modo ha caído en la más tremenda pobreza. El Vidente está utilizando un baremo distinto al que aplica el mundo. A la comunidad de Esmirna, que es pobre y vive atribula­ da, la llama rica (Apoc 2, 9). De la de Laodicea, que es rica y vive satisfe­ cha, dice que es «desgraciada, digna de compasión, pobre, ciega y desnu­ da» (Apoc 3, 17). El contexto en el que habla el Vidente de Patmos nos obliga a descu­ brir en la tibieza las características siguientes: autosuficiencia, ceguera y acomodación al mundo. La tibieza sólo tiene un tratamiento para ser curada: comprar oro acri­ solado al fuego —en lugar de su autosuficiencia—, comprar vestidos blan­ cos para cubrirse —para cubrir la desnudez que descubrió el primer hom­ bre en el paraíso después de haber comido del árbol prohibido: se dio cuenta de que estaba a solas consigo mismo y muy lejos de Dios—, com­ prar un colirio para los ojos, para recuperar la vista. Es el remedio que el Vidente recomienda a la iglesia de Laodicea. Y hacer todas estas compras sin dinero: ¡Oh, vosotros, los sedientos!, venid a las aguas, aún los que no tenéis dinero. Venid, comprad pan y comed; venid, comprad sin dinero, sin pagar, vino y leche (Is 55, 1). La amonestación a superar la tibieza describe toda la paradoja de la existencia humana: al rico se le manda comprar oro acrisolado para «enri­ quecerse»; al que viste elegantemente se le manda comprar vestidos para cubrir su desnudez; al que cree saberlo y verlo todo se le manda comprar un colirio... ¿Dónde puede comprarse el oro acrisolado, el vestido que cubra la más vergonzosa desnudez, el colirio que abra los ojos y devuelva

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