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272 FELIPE F. RAMOS Los catálogos correspondientes a la primera y segunda carta a los Co rintios se hallan prácticamente incluidos y desarrollados en el que hemos analizado de Gálatas. Ocurre prácticamente lo mismo con los de Colosen- ses y Efesios. Mencionamos a continuación dos palabras extrañas y que les son comunes: malicia, kakía , e injuria, blasfemia. La primera, kakía (Ef 4, 31; Col 3, 8 y también Rom 1, 29) designa la malicia del individuo domina do por el apetito de ganancia (Hch 8, 22, a propósito de Simón Mago) y la maldad con que actúan unos hombres con otros. En los catálogos es considerada como uno de los poderes destructores de la comunidad. Ex presa la realidad de este mundo sumergido en el pecado y en el ateísmo. A la destrucción de la comunión con Dios sigue la destrucción de la comu nión con los hombres (Rom 1, 28s). La única posibilidad de arrancar de la comunidad este poder destructor está en que la comunidad sea verdadera mente cristiana y coherente (1 Pe 2, 1)149. La segunda palabra, «injuria», blasfemia (Ef 4, 31; Col 3, 8) se halla en el punto más álgido de cinco actitudes: el resentimiento amargo (= pikría ) por la ofensa recibida, se convierte en pasión violenta ( zymós ), que estalla en la ira (= orgé) y en la indignación (= krangé ) y termina en insultos e injurias (= blasfemia)™. Los catálogos de las Pastorales están en la línea de la singularidad de dichas cartas. El recogido en 1 Tim 1, 9s está estructurado según los manda mientos. Merecen especial consideración tres pecados: «parricidas, matrici das y homicidas». ¿A qué se refiere? Esta terminología estremecedora debe ser entendida desde la interpretación rabínica. Según ella, el hijo mayor estaba obligado a llevar con él a los padres ancianos, alimentarlos y vestir les. La misma interpretación rabínica consideraba la prohibición de robar en la línea del homicidio. En consecuencia, parricidas y matricidas eran aquellos que quebrantaban el quinto mandamiento; los homicidas eran los transgresores del octavo mandamiento151. El de 1 Tim 6, 4 considera como principio y raíz de todos los pecados que menciona el orgullo, acompañado, como suele acontecer, de la igno rancia; orgulloso es el necio, el mentecato, «el que desprecia las palabras de nuestro Señor Jesucristo y la doctrina que es conforme con la piedad (1 Tim 6, 3) (= tetyfotai ) 152. 149. TWNTIII, 485. 150. R. P. MÉDEBIELLE, Epitre aux Ephesiens, La Sainte Bible , Paris 1951, 62. 151. J. JEREMÍAS, Die Briefe an Timotheus u. Titus , Göttingen 1953, DNTD, 11. 152. W. B auer , Wörterbuch zum Neuen Testament , significados de «tyfoo», in loco.
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