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116 ENRIQUE RIVERA El prof. Jean-Marc Gabaude, decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Toulouse y director responsable de sus publicaciones, deli­ neó con pinceladas delicadas y realistas el proceso vital y cultural de A. Guy. Como primer momento original del hispanismo de éste hizo notar que a sus ocho años leyó el Quijote, hecho del que hizo este comentario tan español: «Lo que se mama en la leche, se derrama en la mortaja». Más tarde, tanto la guerra civil española como la mundial, incitaron a A. Guy a que asumiera con decisión el tema hispánico. En este campo ha logrado dar una aportación ingente al conocimiento de la filosofía española en Francia. Lo ha logrado con un tenso espíritu de trabajo, unido a un exigen­ te método. Todo ello dentro de un sentido de convivencia, especialmente con su equipo de colaboradores y con sus muchos amigos. Con mi personal aportación quise penetrar en la personalidad de A. Guy, buscando apoyo para ello en un cotejo que plasmé entre la figura de nuestro actual hispanista y el gran J. L. Vives, tan querido y estudiado por A. Guy. Los llamé almas gemelas. Y quise hacer ver sus afinidades mutuas en el campo de las humanidades, en sus ideales teóricos y prácticos por la paz, y en su profundo pensar cristiano. Cada uno de estos aspectos fueron precisados con peculiares matices de uno y otro, ya que se trata de pensa­ dores a quienes distancian más de cuatro siglos. 2. Sobre la aportación de A. Guy al conocimiento de los filósofos hispanos del pasado Ya el prof. E. Rivera de Ventosa, al proponer como espíritus muy afines a J. L. Vives y A. Guy, puso en relive como éste intepreta al filósofo español. En esta interpretación fundaba el prof. Rivera la ejemplar afinidad que veía entre ambos. El prof. Antonio Heredia Soriano de la Universidad de Salamanca, en un informe enviado y leído por el coordenador del curso, J. M. Romero Baró, describió con todo cariño la relación de A. Guy con la ciudad del Tormes. Recordó y comentó las publicaciones de éste sobre Fray Luis de León, J. Domínguez Berrueta y la escuela de los teólogos de Salamanca. Evocó el merecido homenaje que la universidad de Salamanca rindió a A. Guy al declararle doctor «honoris causa». En lo cual tuvo el prof. Heredia un decisivo influjo que su modestia impidió ponerlo en el debido relieve. El prof. E. Rivera, por su íntima amistad con A. Guy a quien muchas veces acompañó en Salamanca, terció en este relato con la relación particu­ larizada de las hondas amistades que A. Guy mantuvo con algunas familias

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