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110 GREGORIO SMUTKO asistir a los apestados de Puertovelo y otras ciudades. El mundo nuevo no estuvo exento de la terrible peste que atacó a Europa unas veinte veces en dos siglos, consumiendo a centenares de miles de víctimas y sembrando terror y desesperación en los corazones de los sobrevivientes. Como los capuchinos del continente ganaron la admiración y gratitud de la gente por su caridad heroica, como ha imortalizado Manzoni en su novela clásica «I Promesi Sposi», sus hermanos en el nuevo mundo no fueron menos generosos12. En Puertovelo murió el P. Francisco de Vallecas el 5 de enero de 1652, atendiendo cariñosamente a las víctimas de la pesta abandonadas por sus familiares y sus seres queridos. Un mes más tarde, el P. José de Villalvilla teminó también su vida con el sello de la caridad heroica. Así, en menos de un año, la Orden Capuchina adornó a Panamá y al mundo con la caridad y el heroísmo de tres mártires13. Los otros misioneros no sabían qué hacer. Por fin, algunos decidieron regresar a España. Pero Francisco de Canarias, Jerónimo de Coveña y Miguel de Madrid regresaron al Darién y siguieron trabajando incansable­ mente por varios años más, aun a riesgo de su vida. En 1654 la Congrega­ ción para la Propagación de la Fe extendió el territorio del Darién a las regiones circunvencinas14. El P. Miguel de Madrid fue enviado a España en 1658 para buscar nuevos operarios en la viña del Darién, pero fue en balde. La primera etapa de la historia de los capuchinos en el Darién terminó definitivamente en 165915. Luego Fray Miguel de Madrid pasó a la misión de Cumaná donde recibió la palma del martirio. Segunda etapa: 1681-1689 Desde marzo de 1666 el Cabildo de Cartagena pedía al Consejo de Indias que fuesen enviados nuevos misioneros al Darién16. La Orden en España ha sufrido mucho. Por aquellos años habían muerto solamente de la Provincia de Andalucía hasta 190 hermanos (quizás la mayoría víctimas de la peste). Sin embargo, después de una larga correspondencia con varios provinciales capuchinos, la Provincia de Castilla se encargó de la misión 12. Solamente en la epidemia que visitó Italia en estos años, de los doscientos capuchi­ nos de la Provincia de Brescia que salieron para atender los apestados, cuarenta y siete murieron. En el famoso Lazareto de Milano donde más de 100.000 víctimas de la peste fueron encargados a los capuchinos, veinticinco frailes murieron. De la Provincia de Parma, doce; de Piacenza, dieciocho; etc. Cfr. Fr. ClITHBERT The Capuchins, a Contribution to the History o f the Counter Reformation, London 1928, Vol. II, 364. 13. Cfr. B u e n a v e n tu ra d e C a r r o c e r a , o . c ., 196 s. 14. Ibid., 197. 15. Ibid. 16. B. N. Ms. 3818, ff. 37-38, citado en Ibid., 250.

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