PS_NyG_1990v037n001p0081_0104

RESPUESTA ETICA AL DESAFIO ECOLOGICO 83 Ahora bien, ¿en qué consiste la ética ecológica? ¿Cuáles son sus princi­ pios? ¿Dónde están sus bases, su fundamento? ¿Cuál es la relación con la ética tradicional? Se entiende por ética una ciencia normativa que regula las relaciones entre los miembros de una comunidad. Hasta ahora la ética conocida y practicada ha sido una ética antropológica, en el sentido de que se limita a regir las relaciones entre los seres humanos. Pero, ¿es esto suficiente? ¿Dónde terminan realmente nuestras obligaciones? ¿Es sola­ mente el hombre el que tiene derechos? ¿no tenemos también deberes con la naturaleza que no nos es permitido descuidar? Pues bien, una ética que gobierne nuestras relaciones con los demás seres y elementos de la natura­ leza constituiría lo que se ha dado en llamar nueva ética o ética ecológica o ambiental. Dos corrientes principales se disputan el derecho sobre esta nueva éti­ ca: una corriente que se puede denominar humanista o antropocéntrica y otra holística o ecocéntrica. En el primer caso, la ética ecológica vendría a ser una adición o extensión de la ética antropológica. Así parece entenderla Aldo Leopold cuando escribe: «La extensión de la ética hasta ahora estu­ diada por filósofos está actualmente en un proceso de evolución ecológi­ ca... La primera ética trataba de las relaciones entre individuos, el decálogo mosaico es un ejemplo. Las agregaciones posteriores se refieren a las rela­ ciones entre el individuo y la sociedad, la democracia trata de integrar la organización social con el individuo. No hay aún una ética que trata de la relación del hombre con la tierra, los animales y las plantas que crecen en ella... La extensión de la ética a este tercer elemento es posible desde el punto de vista evolutivo y ecológicamente se hace necesaria»4. Dentro de la corriente humanista se pueden identificar dos tendencias. Para algunos la ética ecológica consiste en una simple ampliación5, ajuste6, aplicación o actualización de principios ya olvidados7. Blackstone se iden­ tifica con el primer grupo cuando escribe: «Hay que desarrollar nuevas actitudes hacia el medio y hacia la naturaleza. Esto no quiere decir que necesitemos nuevos principios morales. Los eternos principios de justicia y 4. Aldo LEOPOLD, A Sand County Almanac , New Yor 1966, 239. 5. Albert SCHWWEITZER, Out o f my Life and Thought: An Autobiography, New York 1949. 6. Barri COMMONER, The Dual Crisis in Science and Society, en Environment and Society, Editado por Robert T. Roelofs, Joseph N. Crowley y Donald L. Hardesty, New Jersey 1972, 57-62. 7. Frederick ELDER, Crisis in Eden: A religious Study o f Man and Environment, New York 1970.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz