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RESPUESTA ETICA AL DESAFIO ECOLOGICO 101 con el resto de la creación, es aquel en que se hace referencia al origen del hombre como «imagen y semejanza de Dios», de donde White cree poder concluir con irrefutable lógica: «Aunque Dios hizo al hombre de la tierra, no pertenece a ella». Sin embargo, esta semejanza con Dios no invalida las relaciones de pertenencia que el ser humano tiene con la naturaleza. Decir que un hijo se parece al padre no equivale a negar que posea también rasgos característicos de la madre. El hombre, en expresión de Nieburh, es un ser que no puede reducirse a proporciones terrenales, que vive en una perpetua tensión entre la transcendencia de la naturaleza y su identidad con ella, una criatura que por una parte está sujeta a las leyes, vicisitudes y limitaciones del mundo natural, y por otra parte se transciende a sí mis­ ma, a su razón, y a todo lo que la rodea73. La idea del antagonismo entre el hombre y la naturaleza no es una idea bíblica, ni siquiera, según Bulhof, una idea de la Edad Media74. Un análisis cuidadoso del Antiguo y del Nuevo Testamento muestra que no hay en la narración bíblica la idea de un dualismo entre el hombre y el mundo, y que la historia de la creación considera al ser humano una co-creatura del universo. Para la Biblia, la tierra fue creada como morada tanto para el hombre como para los demás seres; hombres y animales participan de la misma mesa, y están unidos por un mismo destino. La ratificación de la Alianza no se cinscuncribe a Israel, ni siquiera a la raza humana; abraza a la tierra entera. Después del diluvio universal, que afecta a todo ser viviente y en donde el arca aparece como instrumento de salvación tanto para hombres como para animales, el Señor hace a Noé la siguiente promesa: «Voy a establecer mi alianza con vosotros y con vuestra descendencia y con todos los seres vivientes, aves, ganados y fieras del campo que existen con vosotros»75. Pero la violación de este pacto afectará también a ambos, hombres y animales. Little76, al comentar la transgresión de Adán en el paraíso y la historia inmediata de Caín y Abel, concluye que el dominio humano sobre el mundo fue corrompido por el hombre, que la tentación de abusar de la naturaleza está siempre presente, y que hay una interdepen- 73. Reinhold Neeburh, The Nature and Destiny o f Man, New York 1943, Cap. 1-3 (Citado por Robert H. AYERS Christian Realism and Environmental Ethics, en Religión and Environmental Crisis, Athens 1986). 74. La hostilidad entre el hombre y la naturaleza se origina, según Bulhof, con la civili­ zación moderna y específicamente con el darwinismo que, si por una parte considera al ser humano resultado de un proceso natural, por otro ve al hombre en una lucha perpetua con la naturaleza (Ilse BULHOF, Experience Nature: A Comparison between Early Medieval and Modern Encounters with Nature, en Diogenes (primavera, 1973) pp. 22-26). 75. Gen 8, 9-10. 76. David LlTTLE, Land Use and Common Good: Religious Background, en The Piedmont Environmental Council, Warrenton 1981, 52-64.

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