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100 ANDRES S. ALVAREZ como un revolucionario religioso. En el sentir de White la perspectiva de S. Francisco es una excepción, una anomalía dentro de la corriente princi­ pal del cristianismo. ¿Es esto cierto? ¿De dónde tomó el santo su visión del mundo? ¿Hasta qué punto puede sostenerse que en la cosmovisión judeo-cristiana, el hombre no forma parte de la naturaleza, que está fuera y por encima de ella? En realidad, S. Francisco de Asís no se encuentra solo en esta concien­ cia de pertenencia y solidaridad del hombre con la naturaleza. Antes que él otros santos y escritores como S. Basilio y S. Juan Crisostomo hicieron patente su respeto por las criaturas no humanas. S. Juan Crisostomo escri­ be, hablando de los animales: «Tenemos que demostrarles dulzura y bon­ dad por muchas razones, pero, sobre todo, porque tienen el mismo origen que nosotros»70. Dubos presenta a S. Benito como modelo de una relación humana armoniosa, creativa con la naturaleza que se ve reflejada en la regla benedictina, frente a la actitud reverente y contemplativa de S. Fran­ cisco de Asís que pervive todavía hoy en la conciencia de unidad cósmica de muchos ecologistas. La singularidad de S. Francisco no consiste, por tanto, en descubrir que todos tenemos un mismo principio, sino en recono­ cer vivencialmente esta verdad, en llevar hasta las últimas consecuencias el postulado de nuestro origen común, como reconocen sus biógrafos: «Lleno aun de mayor piedad al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las creaturas, por humildes que fuesen, el dulce nombre de hermanas, pues sabía muy bien que todas tenían con él un mismo principio»71. A través del estudio y la meditación constante de la Sagrada Escritura y particularmente del Evangelio, S. Francisco vive una identificación con la naturaleza que le lleva a establecer lo que Boff deno­ mina «democracia cósmica», colocando no sólo al hombre individual sino a la especie en un nivel de igualdad con las demás creaturas72. Lejos de predicar una dualidad, la Biblia insiste en la unidad de todo lo creado. Uno de los pasajes preferidos por aquellos que se empeñan en descubrir en las Escrituras la independiente superioridad del ser humano 70. Citado por ATTFIELD en The Ethics o f Enviromental Concern, Ibid., p. 35. Armstrog sostiene que la espiritualidad de San Francisco de Asís está inspirada en los santos y escritores místicos irlandeses (Edaward ARMSTRONG, Saint Francis: Nature Mystic, Berkeley 1973, 36). Fox ha resaltado la importancia ecològica de los llamados místicos de «la tierra del Rin», que vivieron entre los siglos XI y XV, Hildergard de Bingen, Mechtild de Magdeburgo, Meister Eckhart y Julián de Norwich, y desarrollaron una rica teología basada en la creación (Matther Fox, Creation-Center Spiritualiy from Hildegard o f Bingen to Julián o f Norwich, en Cry o f the Environment, Santa Fe 1984, 85-106). 71. S. BUENAVENTURA, Leyenda de S. Francisco, en San Francisco de Asís, Madrid 1961, 579.

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