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92 ANDRES S. ALVAREZ ¿Cómo viviría yo entonces? ¿Cómo? Pero, ahora, el problema es ¿cómo hablar a mis hijos del hombre, de lo bueno y de lo bello? ¿Cómo hablarles de la armonía universal? ¿Cómo escribir esta hoja? ¿Cómo morder este nabo? ¿Estamos condenados a ser verdugos del cosmos? Oh, Dios, ¿qué pecado nos hace sembrar conocimiento y cosechar nuestra inmensa crueldad? ¿Cuándo podremos crear felicidad para todo y para todos, sin herir a nada ni a nadie? H ombre administrador En 1969 Lynn White Jr. pronunció un famoso discurso con el título de «Raíces históricas de nuestra crisis ecológica» ante la Asociación America­ na del Progreso de la Ciencia en que hacía a la religión judeo-cristiana responsable de la crisis ecológica. Aunque ya con anterioridad se había acusado al cristianismo de haberse desentendido de la naturaleza45, toca al profesor de historia de la Universidad de California presentar esta idea como una teoría científica que desde entonces ha dividido a la comunidad académica. Attfield, en un documentado estudio sobre actitudes cristianas hacia la naturaleza, sostiene que, aunque es cierto que existen diversas corrientes de pensamiento en el cristianismo, niega rotundamente que la actitud des­ pótica hacia la naturaleza sea típicamente cristiana. En su opinión, la tradi­ ción nunca ha perdido de vista la idea bíblica de que el hombre es respon­ sable ante Dios de la creación46. 45. Albert Schweitzer había criticado mucho antes la estrechez de la moral cristiana que, según él, se reduce a las relaciones del hombre con Dios y con sus semejantes, dejando en el olvido nuestras responsabilidades con los demás seres con quienes compartimos la tierra. Schweitzer resalta también que la religión cristiana, en contra de la visión de los profetas de Israel, ha predicado una moral de desprecio y negación del mundo, difícil de conciliar con una actitud de respeto hacia la naturaleza; aunque es justo reconocer también que admitió que el cristianismo había entrado en este espíritu de reverencia hacia la naturale­ za movido «no sólo por el ideal de perfección formulado por Jesús, sino por el deseo de crear nuevas y mejores condiciones materiales y espirituales para la existencia del hombre en el mundo» (Albert SCHWEITZER, The Teaching o f Keverence for Life, New York 1965, 16). 46. Robin ATTFIELD, Christian Attitudes to Nature, en Journal o f the History o f the Ideas, July 1983, 369-386) Passmore sostiene que la idea del hombre como administrador de la naturaleza es más reciente; nace en el siglo XVII. Considera que las referencias que aparecen

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